Por Gonzalo Melo Ruiz
Los llamados empresarios privados del fútbol ecuatoriano, en su mayoría representantes comerciales de jugadores y entrenadores, se han convertido en los anónimos personajes, de bajo perfil, que mueven millones de dólares-aunque sin especifidad en la declaración anual de impuestos al SRI, bajo el amparo de clubes de fútbol que según la Ley del Deporte, son entidades privadas sin afán de lucro.
En Europa, algunos son dueños de sociedades fantasmas y a través de sus influencias, eluden magistralmente al fisco y nunca declaran ganancias, pese a que la