Cuatro partidos ganados y nueve goles a favor remiten las cifras frías. Es un dato estadístico contundente y esperanzador para Ecuador, rumbo a la Copa del Mundo de Rusia 2018. Un comienzo de eliminatorias perfecto, ideal, que llena de expectativas a un país que desde hace un tiempo, con una escuela futbolística diferente, parecida a la colombiana, estuvo en tres de las cuatro últimas citas mundialistas. Una campaña sorpresiva para el equipo, después de una Copa América deslucida en Chile, con altibajos pronunciados y ciertos rumores desestabilizadores para un proyecto que recién ofrecía sus primeros bosquejos, con Gustavo Quinteros como el elegido para provocar la revolución en la selección Tricolor. El argentino, de 50 años, tendió puentes en un grupo que quedó herido después del Mundial de Brasil, el año pasado, con una crítica interna de vestuario entre sus principales líderes. "Si hubo algún problema, que haya quedado en el pasado. La selección estará por encima de los deseos personales", fue la frase con la que hermanó a todos y desactivó el mal ambiente. Fue el primer eslabón para engarzar la cadena de éxitos.
Ecuador se presentó como un equipo sólido y contundente en el doble combo de las eliminatorias, con resultados históricos, como el primer triunfo sobre la Argentina, en Buenos Aires, por 2-0. También rompió una racha de 15 años sin victorias como visitante frente a Venezuela (3-1). Pero Quinteros rescata el juego, la entereza y la predisposición de los futbolistas para desarrollar la idea, que tiene escasos puntos de contacto con la que instrumentaban sus antecesores Reinaldo Rueda, Luis Fernando Suárez y Hernán Darío Gómez. El Tricolor tiene una composición ofensiva, respecto al ciclo anterior, con volantes que presionan, explotan los espacios, y desarrollan un juego rápido, de dos o tres toques. Los defensores tienen que marcar casi desde la mitad de la cancha. La ejecución casi perfecta en esta serie de cuatro partidos tuvo sus pasajes de zozobra en Chile 2015, donde Quinteros envió un mensaje duro para despabilar a sus dirigidos: "No nos gana el rival, es Ecuador el que pierde. Me preocupan los errores groseros e infantiles que cometemos", decía, después de las derrotas con Bolivia y Chile.
En esta etapa de éxitos también aparecieron los baches, aunque ahí se reflejó la fortaleza y el compromiso de los futbolistas. Las lesiones no condicionaron a Ecuador, que prescindió de Enner Valencia (West Ham) en los cuatro partidos, y que pudo disponer de Antonio Valencia (Manchester United) en apenas los dos primeros juegos. "De mitad de cancha hacia adelante tenemos mucha cantidad y buenos futbolistas. Hay tres jugadores por puesto, es un lindo problema tenerlos a todos contentos, porque no pueden jugar todos juntos. Tengo velocidad, dinámica, gol, desequilibrio en el mano a mano... Insisto, es un lindo problema", dice Quinteros, que en Felipe Caicedo, Miler Bolaños, Fidel Martínez, Jefferson Montero, Michael Arroyo y Renato Ibarra fue repartiendo las responsabilidades y recibiendo saludables soluciones.
Con Quinteros también llegó la tecnología a la selección. El preparador físico Rodrigo Figueroa, mediante el sistema GPSports, puede conocer y controlar las cargas musculares, la fatiga que acumulan los jugadores. El radar capta los movimientos en tiempo real, como las distancias recorridas, la aceleración, velocidad, nivel de impactos, frecuencia cardíaca. No es la única herramienta que se puso en marcha: un software de video análisis empezó a utilizarse en la Copa América, con el que el cuerpo técnico puede descubrir el comportamiento individual y colectivo de los futbolistas. "Con esto podremos dejar en el futuro toda la información necesaria de jugadores, del equipo y también de todos los rivales para que la Federación Ecuatoriana la pueda utilizar", comenta el director técnico, un fanático del asado, por tradición argentina, pero también de los mariscos y de la cocina peruana, la que descubrió por Grace García, su mujer, que le agrega una nacionalidad más al matrimonio, ya que Quinteros es argentino naturalizado boliviano.
La urbanización El Río, en Guayaquil, es el oasis de la familia Quinteros en un país que se pellizca para sentir que lo que está sucediendo no es un sueño. Ahí, Rodrigo y Gonzalo, los hijos menores del matrimonio, son los que llenan de risas y revolucionan la casa, porque Sebastián estudia marketing en los Estados Unidos y Nicole viajó a Londres en un intercambio estudiantil. "Para ellos quiero lo mejor, que en esta etapa de sus vida es el estudio. Que se perfeccionen es la herramienta más valiosa que les podremos dejar para que se desarrollen como personas y profesionales en el futuro. Yo recuerdo cuando estudié Farmacia y Bioquímica a la Universidad Nacional de Rosario, fue una época hermosa de mi juventud, aunque la pelota me tiraba mucho más. Tuve la fortuna de llegar, pero no me preparé para otra cosa en ese momento y uno nunca sabe si en verdad será futbolista profesional o quedará relegado. De esos años tampoco me olvido del sacrificio: vivía en la pensión de Newell's, donde hacía las divisiones inferiores. No era como ahora, cuando los juveniles tienen comodidades. Nosotros a veces no teníamos comida. Esas experiencias son las que intentó transmitirles a mis hijos y también a los jugadores jóvenes que vamos citando para que vayan conociendo cómo trabajamos", repasa Quinteros, el técnico sensación y que, a modo de responsabilidad, invita: "Espero que nos reunamos con el mismo compromiso el próximo año".
5 partidos ganó la Argentina en el inicio de las eliminatorias para Corea-Japón 2002; Ecuador intentará igualar el récord.
Tomado de: Cancha Llena