La crueldad del cambio
Ese corazón que antes palpitaba a 200 Km. por hora, hoy parece haberse detenido. El estancamiento mental y físico ha sido el golpe más doloroso que hemos sufrido y claro, por lo inesperado, deseamos volver a la humildad a través de la reflexión.
¿Qué teníamos antes? Férrea unidad. Los jugadores eran amigos, estaban pagados al día y por ello, felices; el concepto técnico crecía y el táctico flotaba, transformándose en el "As" que bajo la manga apareció para hacerles morder el polvo de la derrota a los consagrados Brasil y Argentina. Y al equipo de amigos, nadie lo podía derrotar.
¿Qué teníamos antes? Hambre de triunfos y sed de gloria. Pero como todo eso ya lo saborearon los jugadores, hoy se benefician del nombre ganado y muchos de ellos juegan con él.
¿Qué teníamos antes? Jugadores del patio que se tragaban el oxígeno del rival y los ahogaba con un derroche físico descomunal, donde el ritmo era endemoniado, devastador y contundente.
¿Qué teníamos antes? Un país solidario y unido. Todos soñaban en visitar Korea-Japón y Alemania. Y todo se hizo realidad. Después de saborear la miel del éxito, llegando a octavos de final en la hazaña del 2006, los dirigentes de la FEF tuvieron un sueño placentero con olor a laurel. La Copa América nos estremeció y con un crespón negro en el corazón la gloriosa tricolor retornó a Quito. Los cambios debían darse, pero nunca se concretaron. Los chicos, que en la cancha hacían cosas de grandes, no tuvieron respaldo. El recelo le ganó al futuro.
¿Qué tenemos hoy? Un equipo al borde del colapso, con la mente lesionada y muy afectada. Un grupo de jugadores sin nivel competitivo, sin el temperamento adecuado para salir del mal momento y pensar que tras la tempestad viene la calma.
¿Qué tenemos hoy? Un país sufrido y esperanzado. Que todavía cree en la resurrección de un grupo de jugadores que empezaron mal, perdiendo en forma increíble ante Venezuela (0-1), continuando la pésima racha ante Brasil (5-0) y Paraguay 5-1. Es como para ponerse a llorar, porque en las eliminatorias no se puede fallar.
Es bueno recordar que cuando un equipo marca, juega, sabe ir al ataque, tiene su cuota de grandeza, con jugadores en permanente evolución, que inventan sorpresas, que hablan, se ubican bien, implicando todo ello un estilo, una manera de sentir el fútbol, siendo una marca registrada, es cuando viene la reflexión madura, salpicada de historias gloriosas, propias de héroes y luchadores. Todo eso nos faltó en el 2007.
Es bueno recordar que la experiencia y madurez de la dirigencia de la FEF se estancó en forma peligrosa, sin dotarle de cambios e imaginación a un grupo humano que se resiste, que no acepta a los chicos, que se vuelve elitista e intocable.
En las eliminatorias no hay margen para el error. El que lo comete lo paga. Las responsabilidades ocupan un espacio definitivo y el cumplimiento de acciones consolidan un proyecto de calidad.
LA REALIDAD DEL 2007. El objetivo era mantener el nivel de competencia. Ya aprendimos (Korea-Japón) y competimos con temple y talento (Alemania 2006). Es decir, en el 2007 debíamos cimentar un esquema, fortificarlo con cariño y respeto y adoptarlo con un sistema nuestro, propio y solvente.
Tras habernos codeado con los mejores del mundo, supuestamente debíamos exponer grandeza y experiencia, con hombres maduros, que no arruguen, que sepan que si hay una estrategia de camerino deben defenderla con pundonor y altivez; la solidaridad en el campo y fuera de él debe continuar, el error se debe confiscar y transformarlo en fortaleza.
Es bueno seguir luchando, porque los guerreros de raza son bravos e indómitos, llegan exhaustos y victoriosos a la cima de la montaña mundialista. Finalmente es bueno conquistar el triunfo porque la autoestima de un pueblo crece y se transforma en el orgullo patrio.
CAMINANTE NO HAY CAMINO. Ya lo dice Joan Manuel Serrat en su canción, bellísima obra de arte de Machado: Caminante no hay camino, se hace camino al andar. Esa es la misión del 2008. Al margen de lo que pase con Perú. Habrá tiempo para restañar las heridas, de volver a la humildad, de buscar el sistema adecuado, de sentirnos vivos y triunfadores, como antes, como ayer, como mañana.
POR Gonzalo Melo Ruiz