El futuro de Daniel Passarella en River depende de la Copa Sudamericana
El futuro de Daniel Passarella como
entrenador de River Plate depende de la suerte de su equipo en la
Copa Sudamericana, tras quedar rezagado en la lucha por el título en
el torneo Apertura 2007 de Argentina.
Passarella, que tiene contrato con el club hasta diciembre de 2009, anunció en mayo pasado que dimitirá si el equipo no consigue un título antes de finales de año.
En el Apertura, tras el empate a uno del domingo ante Independiente de Avellaneda, River se quedó en el sexto puesto, a siete puntos del líder Lanús cuando quedan por delante cuatro jornadas para el final de la competición.
"Este era el partido que teníamos que ganar", aseguró el entrenador, que evitó decir que River sólo podrá mantener alguna esperanza con una estrafalaria ecuación matemática en un torneo en el que perdió cuatro partidos y empató cinco y en el cual sólo obtuvo una victoria fuera de casa de las seis que consiguió.
La lógica indica que River Plate cumplirá en diciembre tres años y medio sin ganar una Liga, frustración que se suma a una década sin títulos internacionales, precisamente en los tiempos en que el histórico rival riverplatense, Boca Juniors, llenó sus vitrinas de Libertadores e Intercontinentales.
Nada más comenzar la temporada 2007-2008, la afición de River reclamó la destitución de Passarella como entrenador y le dedicó insultos y abucheos como lo había hecho en varias ocasiones durante el año anterior.
"A los verdaderos hinchas les pido paciencia hasta diciembre", dijo Passarella en medio de la tormenta, y prometió que "si no hay éxitos" se irá sin cobrar un peso del club en el que se hizo famoso como futbolista y con el que ganó varios títulos como capitán y como técnico.
En los peores momentos del equipo, varios miembros de la directiva se manifestaron a favor de su destitución, pero el presidente de la institución, José María Aguilar, lo respaldó a rajatabla.
Su suerte podría haber quedado echada en septiembre pasado, cuando el equipo perdía por 1-2 en su estadio ante el Botafogo brasileño tras caer derrotado (1-0) en el partido de ida y estaba por quedar fuera de los cuartos de final de la Sudamericana.
Pero cuando numerosos hinchas se habían ido furiosos e indignados del estadio, dos goles del colombiano Radamel Falcao García y uno del juvenil Andrés Ríos en los últimos 25 minutos del encuentro dieron a River una victoria de película por 4-2 y salvaron al técnico.
En esos días River perdía por goleada en la Liga ante el modesto Tigre (4-1) e igualaba con el colista Rosario Central (3-3), por lo cual la tensión en el club era asfixiante.
Después, en octubre, algunas victorias en la competición doméstica y especialmente la lograda ante Boca Juniors (2-0) calmaron los ánimos de los más exaltados. En cuartos de final de la Sudamericana, frente al uruguayo Defensor Sporting, los riverplatenses pasaron la eliminatoria con angustia a través de dos empates (en Montevideo 2-2 y en Buenos Aires 0-0).
Ahora le espera en las semifinales del torneo sudamericano el modesto pero crecido Arsenal, un equipo que le ganó por 2-1 en la octava jornada del Apertura y que se caracteriza por complicar a los rivales más encumbrados.
Se enfrentarán el jueves en el pequeño estadio de Arsenal, y una semana después en el "Monumental". El que supere la eliminatoria jugará la final ante el Millonarios de Colombia o el América mexicano.
Passarella está en el límite. El que él mismo se impuso y su futuro como entrenador de River Plate sólo depende de un título de campeón.
Passarella, que tiene contrato con el club hasta diciembre de 2009, anunció en mayo pasado que dimitirá si el equipo no consigue un título antes de finales de año.
En el Apertura, tras el empate a uno del domingo ante Independiente de Avellaneda, River se quedó en el sexto puesto, a siete puntos del líder Lanús cuando quedan por delante cuatro jornadas para el final de la competición.
"Este era el partido que teníamos que ganar", aseguró el entrenador, que evitó decir que River sólo podrá mantener alguna esperanza con una estrafalaria ecuación matemática en un torneo en el que perdió cuatro partidos y empató cinco y en el cual sólo obtuvo una victoria fuera de casa de las seis que consiguió.
La lógica indica que River Plate cumplirá en diciembre tres años y medio sin ganar una Liga, frustración que se suma a una década sin títulos internacionales, precisamente en los tiempos en que el histórico rival riverplatense, Boca Juniors, llenó sus vitrinas de Libertadores e Intercontinentales.
Nada más comenzar la temporada 2007-2008, la afición de River reclamó la destitución de Passarella como entrenador y le dedicó insultos y abucheos como lo había hecho en varias ocasiones durante el año anterior.
"A los verdaderos hinchas les pido paciencia hasta diciembre", dijo Passarella en medio de la tormenta, y prometió que "si no hay éxitos" se irá sin cobrar un peso del club en el que se hizo famoso como futbolista y con el que ganó varios títulos como capitán y como técnico.
En los peores momentos del equipo, varios miembros de la directiva se manifestaron a favor de su destitución, pero el presidente de la institución, José María Aguilar, lo respaldó a rajatabla.
Su suerte podría haber quedado echada en septiembre pasado, cuando el equipo perdía por 1-2 en su estadio ante el Botafogo brasileño tras caer derrotado (1-0) en el partido de ida y estaba por quedar fuera de los cuartos de final de la Sudamericana.
Pero cuando numerosos hinchas se habían ido furiosos e indignados del estadio, dos goles del colombiano Radamel Falcao García y uno del juvenil Andrés Ríos en los últimos 25 minutos del encuentro dieron a River una victoria de película por 4-2 y salvaron al técnico.
En esos días River perdía por goleada en la Liga ante el modesto Tigre (4-1) e igualaba con el colista Rosario Central (3-3), por lo cual la tensión en el club era asfixiante.
Después, en octubre, algunas victorias en la competición doméstica y especialmente la lograda ante Boca Juniors (2-0) calmaron los ánimos de los más exaltados. En cuartos de final de la Sudamericana, frente al uruguayo Defensor Sporting, los riverplatenses pasaron la eliminatoria con angustia a través de dos empates (en Montevideo 2-2 y en Buenos Aires 0-0).
Ahora le espera en las semifinales del torneo sudamericano el modesto pero crecido Arsenal, un equipo que le ganó por 2-1 en la octava jornada del Apertura y que se caracteriza por complicar a los rivales más encumbrados.
Se enfrentarán el jueves en el pequeño estadio de Arsenal, y una semana después en el "Monumental". El que supere la eliminatoria jugará la final ante el Millonarios de Colombia o el América mexicano.
Passarella está en el límite. El que él mismo se impuso y su futuro como entrenador de River Plate sólo depende de un título de campeón.