El COI elige mañana entre la solvencia, la aventura y la singularidad
La solvencia de Salzburgo, la aventura de Sochi y la singularidad de PyeongChang son las tres opciones que encontrarán mañana en su papeleta los miembros del COI cuando se les pida que elijan la sede de los Juegos Olímpicos de Invierno de 2014.
Convocados en un escenario tan poco invernal como Guatemala, el poder de atracción del olimpismo ha convertido la ciudad centroamericana en una pista de esquí sobre la que la experta Austria se desliza con seguridad y una valiente Rusia busca de forma agresiva la meta, con Corea en un prudente término medio.
PyeongChang, que hace cuatro años se quedó a tres votos de obtener los Juegos de 2010, repite con un proyecto muy mejorado, con una nueva estación de esquí, Alpensia, ya en construcción y con el aval de haber obtenido los comentarios más favorables de la Comisión de Evaluación del COI.
Los coreanos no tienen tanta experiencia organizativa ni tantas instalaciones como los austríacos, pero tienen más que Sochi, que debe levantar de la nada once sedes olímpicas, récord mundial en la historia de los Juegos de Invierno, reconocen ellos mismos.
Sochi es la candidatura de los 12.000 millones de dólares. Es la cifra que el Gobierno y la iniciativa privada ya tienen comprometida para la región, gane o no los Juegos. La cantidad asusta, hasta el punto de que en los días previos a la elección ha surgido la idea de que quizá el COI debería poner un límite al capítulo de las inversiones.
El proyecto ruso pretende convertir un destino habitual de vacaciones estivales, a orillas del Mar Negro, en un centro deportivo-turístico válido para los 365 días del año. Incluso sus vídeos promocionales bromean con el asunto y exhiben a un grupo de bañistas con flotador que se encuentran de pronto, descalzos y con gafas de bucear, sobre una cumbre nevada.
Dando los Juegos a Sochi, el COI se lanzaría a la aventura de crear un nuevo foco deportivo invernal de la nada. Si todo saliera bien, podría presumir de haber dejado un legado significativo en la zona, un aspecto al que cada vez se le da más valor. Además, recompensaría al país que ha dominado el deporte olímpico de invierno los últimos 50 años.
También en PyeongChang la herencia sería importante, porque en Asia el deporte de invierno está poco desarrollado pero tiene un gran potencial. La candidatura se promociona bajo el eslogan de 'Algo diferente' porque estima que otros Juegos en Europa serían más de lo mismo.
Éste es, precisamente, el principal obstáculo que debe salvar Salzburgo. Su oferta es la más segura, porque ya tiene ocho de las once instalaciones necesarias, el hábito innato de recibir a miles de turistas y experiencia sobrada en organizar todo tipo de citas deportivas y culturales. Pero ya reunía estas virtudes hace cuatros y recibió sólo la inesperada suma de 16 votos.
Y es que el COI parece buscar un valor añadido que mire más hacia el futuro que hacia el pasado. Por eso ganó Londres los Juegos de 2012, porque el proyecto era la excusa para emprender en la ciudad la mayor reforma desde la época victoriana. Y Salzburgo no acaba de definir qué aportaría como plus al olimpismo del futuro.
El presidente del COI, el belga Jacques Rogge, dijo hace unos días que preveía una elección muy ajustada y que la victoria final sería "una cuestión de confianza" de los miembros del COI hacia los equipos que gestionan cada candidatura.
En busca de ofrecérsela a los votantes han viajado a Guatemala los presidentes ruso y surcoreano, Vladimir Putin y Roh Moo-hyun, y el canciller austríaco, Alfred Gusenbauer, que quieren emular al Tony Blair que hace dos años en Singapur se trabajó con éxito la victoria de Londres 2012.
El resultado de la elección de los Juegos de Invierno es más difícil de pronosticar por cuanto siempre hay una amplia bolsa de votantes que no tienen vínculo emocional, geográfico o deportivo con ninguna de las aspirantes.
En la última edición celebrada, Turín 2006, participaron sólo 80 de los 203 países socios del COI.
Quizás PyeongChang pudiera tener una cierta ventaja en este apartado gracias a un gesto de generosidad infrecuente: pese a perder los Juegos de 2010, mantuvo su promesa de financiar sesiones de entrenamiento y de primer contacto con la nieve y el hielo a jóvenes de países sin tradición invernal. Casi 500 deportistas de 36 nacionalidades -Argelia, Túnez, Kenia, Guatemala, México, Filipinas...- pueden ya agradecérselo.
Los miembros del COI con derecho a voto mañana son 111, pero el presidente se abstiene. No participarán en la primera ronda de votos los miembros de los tres países implicados, ni tampoco los de Alemania porque Salzburgo tiene una instalación en territorio germano. Hay cinco ausencias justificadas, por lo que empezarán a votar 97 personas.
Si ninguna ciudad obtiene la mayoría absoluta, se eliminará a la menos votada y se permitirá votar a los de su país en la segunda y definitiva ronda. Como siempre, el voto será secreto. Y con los habituales mandos electrónicos que casi siempre deparan alguna sorpresa. El presidente Rogge anunciará el nombre de la ganadora a las 17.30 horas (23.30 GMT; 01.30 del jueves en España).
Convocados en un escenario tan poco invernal como Guatemala, el poder de atracción del olimpismo ha convertido la ciudad centroamericana en una pista de esquí sobre la que la experta Austria se desliza con seguridad y una valiente Rusia busca de forma agresiva la meta, con Corea en un prudente término medio.
PyeongChang, que hace cuatro años se quedó a tres votos de obtener los Juegos de 2010, repite con un proyecto muy mejorado, con una nueva estación de esquí, Alpensia, ya en construcción y con el aval de haber obtenido los comentarios más favorables de la Comisión de Evaluación del COI.
Los coreanos no tienen tanta experiencia organizativa ni tantas instalaciones como los austríacos, pero tienen más que Sochi, que debe levantar de la nada once sedes olímpicas, récord mundial en la historia de los Juegos de Invierno, reconocen ellos mismos.
Sochi es la candidatura de los 12.000 millones de dólares. Es la cifra que el Gobierno y la iniciativa privada ya tienen comprometida para la región, gane o no los Juegos. La cantidad asusta, hasta el punto de que en los días previos a la elección ha surgido la idea de que quizá el COI debería poner un límite al capítulo de las inversiones.
El proyecto ruso pretende convertir un destino habitual de vacaciones estivales, a orillas del Mar Negro, en un centro deportivo-turístico válido para los 365 días del año. Incluso sus vídeos promocionales bromean con el asunto y exhiben a un grupo de bañistas con flotador que se encuentran de pronto, descalzos y con gafas de bucear, sobre una cumbre nevada.
Dando los Juegos a Sochi, el COI se lanzaría a la aventura de crear un nuevo foco deportivo invernal de la nada. Si todo saliera bien, podría presumir de haber dejado un legado significativo en la zona, un aspecto al que cada vez se le da más valor. Además, recompensaría al país que ha dominado el deporte olímpico de invierno los últimos 50 años.
También en PyeongChang la herencia sería importante, porque en Asia el deporte de invierno está poco desarrollado pero tiene un gran potencial. La candidatura se promociona bajo el eslogan de 'Algo diferente' porque estima que otros Juegos en Europa serían más de lo mismo.
Éste es, precisamente, el principal obstáculo que debe salvar Salzburgo. Su oferta es la más segura, porque ya tiene ocho de las once instalaciones necesarias, el hábito innato de recibir a miles de turistas y experiencia sobrada en organizar todo tipo de citas deportivas y culturales. Pero ya reunía estas virtudes hace cuatros y recibió sólo la inesperada suma de 16 votos.
Y es que el COI parece buscar un valor añadido que mire más hacia el futuro que hacia el pasado. Por eso ganó Londres los Juegos de 2012, porque el proyecto era la excusa para emprender en la ciudad la mayor reforma desde la época victoriana. Y Salzburgo no acaba de definir qué aportaría como plus al olimpismo del futuro.
El presidente del COI, el belga Jacques Rogge, dijo hace unos días que preveía una elección muy ajustada y que la victoria final sería "una cuestión de confianza" de los miembros del COI hacia los equipos que gestionan cada candidatura.
En busca de ofrecérsela a los votantes han viajado a Guatemala los presidentes ruso y surcoreano, Vladimir Putin y Roh Moo-hyun, y el canciller austríaco, Alfred Gusenbauer, que quieren emular al Tony Blair que hace dos años en Singapur se trabajó con éxito la victoria de Londres 2012.
El resultado de la elección de los Juegos de Invierno es más difícil de pronosticar por cuanto siempre hay una amplia bolsa de votantes que no tienen vínculo emocional, geográfico o deportivo con ninguna de las aspirantes.
En la última edición celebrada, Turín 2006, participaron sólo 80 de los 203 países socios del COI.
Quizás PyeongChang pudiera tener una cierta ventaja en este apartado gracias a un gesto de generosidad infrecuente: pese a perder los Juegos de 2010, mantuvo su promesa de financiar sesiones de entrenamiento y de primer contacto con la nieve y el hielo a jóvenes de países sin tradición invernal. Casi 500 deportistas de 36 nacionalidades -Argelia, Túnez, Kenia, Guatemala, México, Filipinas...- pueden ya agradecérselo.
Los miembros del COI con derecho a voto mañana son 111, pero el presidente se abstiene. No participarán en la primera ronda de votos los miembros de los tres países implicados, ni tampoco los de Alemania porque Salzburgo tiene una instalación en territorio germano. Hay cinco ausencias justificadas, por lo que empezarán a votar 97 personas.
Si ninguna ciudad obtiene la mayoría absoluta, se eliminará a la menos votada y se permitirá votar a los de su país en la segunda y definitiva ronda. Como siempre, el voto será secreto. Y con los habituales mandos electrónicos que casi siempre deparan alguna sorpresa. El presidente Rogge anunciará el nombre de la ganadora a las 17.30 horas (23.30 GMT; 01.30 del jueves en España).