El fútbol se confirma como deporte chévere en Venezuela

Enviado por bielo el Lun, 02/07/2007 - 14:39
Estadios abarrotados, pancartas en las calles, movilizaciones en automóviles y apuestas por resultados son algunas de las muestras de la pasión que el fútbol ha despertado en Venezuela, el único país sudamericano donde hasta hace poco el "deporte rey" estaba relegado a un segundo plano.

Por eso ahora, cuando uno conversa con cualquier persona en las calles, la respuesta común es que el fútbol es un deporte chévere (bonito, excelente), una palabra local que se popularizó en los años ochenta en casi toda Sudamérica con la emisión de las telenovelas o "culebrones" venezolanos.

Aunque sigue siendo la tierra de la pelota, como se conoce popularmente al béisbol, la celebración del torneo de fútbol más antiguo del mundo ha concitado una atención a la que nadie es ajena, desde el tendero, hasta el mozo del restaurante, el ama de casa o el taxista que siempre tiene una opinión certera sobre todos los temas.

Venezuela, el país llanero de hermosos paisajes y gente amistosa, se ha volcado a favor de la vinotinto, como conocen a su selección, pero también vive orgullosa de recibir en sus tierras a figuras como el brasileño Robinho, el mexicano Rafael Márquez, el argentino Carlos Tévez o el peruano Jefferson Farfán.

Quizá sin la intensidad de un torneo celebrado en Argentina, Brasil, Chile o Perú, la Copa América de 2007 de Venezuela pueda jactarse de haber logrado llevar a un promedio de 40.000 personas por jornada.

Pero ha sido en las sedes de Mérida y San Cristóbal, las ciudades andinas venezolanas, donde se ha visto la mayor pasión, el aliento constante y la entrega de una masa de espectadores acostumbrada a recibir a la "vinotinto" cuando juega sus partidos internacionales.

Históricamente San Cristóbal, vecina de la colombiana Cúcuta, es la capital del fútbol venezolano y eso se vio en la segunda jornada del grupo A, cuando su selección venció a Perú por 2-0 en un choque en el que las olas y los cánticos de apoyo a los locales estuvieron liderados por la "torcida aurinegra" la barra del Deportivo Táchira.

Al término de ese encuentro, las calles de San Cristóbal fueron tomadas por coches con aficionados que entonaban cánticos y ondeaban banderas venezolanas, al ritmo del "y dónde están, y dónde están, esos peruanos que nos iban a ganar".

Se trata de una imagen impensable hace unos años, cuando en Perú, o en cualquier otro de los países de la región, se consideraba casi una bendición estar emparejado en algún torneo con los equipos venezolanos, ya que se tenían casi fijos los puntos, tanto de ida, como de vuelta.

Esa situación cambió desde hace seis años con la llegada de Richard Páez, un seleccionador que ha sabido encontrar las piezas necesarias para que el engranaje de la "vinotinto" deje de ir a trompicones y ofrezca pelea al rival más pintado.

Lo sufrió Perú el pasado sábado, en una réplica de las anteriores eliminatorias en las que Venezuela le venció de local y empató como visitante, y los "llaneros" confían en una actitud y resultados similares mañana ante Uruguay y frente al rival que les toque en los cuartos de final del torneo.

Venezuela sueña, y su sueño es justo, en seguir avanzando hacia instancias históricas, algo ya logrado con su virtual clasificación a la siguiente ronda, y sabe que sus esperanzas se basan en la calidad de sus jugadores, liderados por el impredecible Juan Arango, un hombre que, así como puede pasar desapercibido, tiene en los botines la posibilidad de definir por si solo un partido.

Por todo ello, es chévere ver por las calles a los vendedores y a la gente hablando de fútbol, sacando cuentas de los puntos que necesita cada selección para clasificar y los rivales que se encontrarán en la siguiente etapa.

O polemizando sobre la irregularidad de Arango o del peruano Claudio Pizarro, afirmando que el brasileño Robinho es un fuera de serie, el paraguayo Roque Santa Cruz un goleador de raza, el argentino Juan Román Riquelme llega a rozar el prodigio y el peruano Paolo Guerrero hace honor a su apellido.

Por todo ello, la Copa América ha hecho que en Venezuela el fútbol reafirme su condición del deporte más chévere y popular del mundo.