Nalbandián y su eterna quimera

Enviado por carlosefrain el Dom, 21/10/2007 - 14:42
Pocos jugadores, a excepción del suizo Roger Federer, pueden vanagloriarse de poder actuar casi con la misma soltura en cualquier tipo de pista, y esa cualidad también anida en el tenis del argentino David Nalbandian, triunfador del Masters Series de Madrid y en busca aún de un Grand Slam.

En el historial del jugador de Unquillo, sorprende no obstante que su palmarés contemple tan pocas victorias en torneos de ATP. Seis con la brillante de hoy, al vencer a Federer en tres sets, la primera en un Masters Series, completando una semana magnífica en la que ha sido capaz de derrotar a los tres mejores jugadores del mundo.

Nalbandian es un caso atípico. Destaca en su hoja de servicios la final de Wimbledon que disputó en 2002 contra el australiano Lleyton Hewitt. Su versátil tenis, basado en un contundente y sólido juego de fondo, un revés implacable a dos manos, además de un servicio convincente le hicieron entonces consolidarse en la elite, y aunque estuvo entre los cuatro primeros no pudo estabilizarse en una zona que quizás le corresponde, junto con Federer, Nadal y el serbio Novak Djokovic.

Capaz de lanzarse desde 152 metros haciendo "jumping" en Viena en octubre del 2004, o de nadar entre tiburones en Melbourne dos años antes, Nalbandian reúne en sus osadías una gran ambición que todavía no ha sido recompensada en los torneos denominados grandes.

Y eso que en su biografía hay datos ya que alumbraban un futuro generoso en títulos. Fue campeón del Abierto de Estados Unidos júnior en 1998, derrotando entonces a Federer, finalista de Roland Garros y semifinalista en Wimbledon en esta categoría individual en 1999, campeón de dobles en La Catedral en 1999 (con Guillermo Coria).

Datos de un jugador de origen armenio que se lo debe todo a su padre Norberto, al que se le ocurrió la idea de construir una pista de cemento en el jardín de la parte de atrás de su casa donde David comenzó a empuñar una raqueta con cinco años a imagen y semejanza de sus hermanos Javier y Dario, éste último entrenador de tenis, contra quienes jugaba.

Seguidor del River Plate y amante de los coches, de hecho ha fundado una escudería, Tango Rally Team, probablemente porque disfruta de las carreras desde muy pequeño, gracias a que una de las fechas del Mundial de ese deporte se disputa a pocos metros de su casa.

"Todas las veces que perdí en un Grand Slam lo hice en rondas finales y con grandes jugadores, no con desconocidos", dijo a EFE en Estoril hace dos años. Al no ser un especialista juego bien en todos lados y compito contra los mejores de cada superficie".

Su acceso a aquella final de Wimbledon fue histórica por varios motivos: llegó a la última ronda en su primera presentación en un torneo sobre hierba, fue el primer argentino que se acercó a esa instancia en ese Grand Slam, y el segundo suramericano en hacerlo, después del peruano Alex Olmedo, ganador del título en 1959.

Cuatro temporadas después otro hito se reflejaba en su historial, la Copa Masters ganada en Shanghai (2005), cuando acudió en sustitución del estadounidense Andy Roddick y alcanzó la final contra Federer, ganándola en cinco apasionantes sets. Allí nació el "Rey David" o en "ninja argentino", como le bautizó la prensa de su país. Un jugador que había dejado la caña de pescar y sus vacaciones para acudir apresuradamente a la llamada de la ATP para ganar sobre pista cubierta el torneo que reúne a los ocho mejores.

Esta semana en Madrid, ha puesto en práctica todo su saber. Y ha demostrado que la dirección de Martín Jaite, con quien empezó a trabajar dos semanas después de Wimbledon, la labor de los preparadores físicos Fernando Cao y Claudio Galasso, la del fisioterapeuta Diego Rodríguez, además de la asesoría del doctor español Angel Ruíz Cotorro, han obrado el milagro de recuperar a un jugador, algo perdido en su peso, y convertirlo en un tenista con mayor ambición. EFE.