Cañas toca techo en cuartos

Enviado por bielo el Mar, 05/06/2007 - 14:42
El argentino Guillermo Cañas volvió a sucumbir en cuartos de final de Roland Garros, un techo que tocó en 2002 y 2005 y que parece resistirse al jugador, que no pudo contra el ruso Nikolay Davydenko, cuarto favorito.

Como en las dos veces anteriores, el argentino se quedó a dos escalones de una final con la que sueña. Pero ahora su derrota en cuartos tiene un cierto sabor dulce, porque supone su retorno a la elite del tenis mundial tras haber purgado una sanción de quince meses por dopaje.

Por primera vez en cinco años, el Grand Slam de tierra batida no contará con ningún albiceleste entre los cuatro mejores, que en esta edición serán todos ellos europeos.

La legión argentina, que desembarcó en París más poblada que nunca, ha ido sucumbiendo fase a fase, a menudo en duelos fratricidas y, finalmente, por el buen oficio de un Davydenko que se ha deshecho de los dos últimos representantes, de David Nalbandian en octavos y ahora del inagotable Cañas.

Su brillante juego defensivo no fue suficiente para superar a un Davydenko en progresión ascendente, agresivo y seguro desde el fondo de la pista, con saques por encima de los 200 kilómetros por hora, que necesitó de tres horas para acabar con el bonaerense por 7-5, 6-4, 6-4.

El partido habría cambiado si Cañas hubiera aprovechado la bola de set que disfrutó en el primer set, con 5-4 a su favor y servicio del ruso, que terminó por rehacerse.

Cañas saltó a su pista favorita, la Suzanne Lenglen, con el apoyo de la grada y resuelto a alargar el partido y fundir físicamente a un Davydenko que dos días antes había tenido que buscar sus últimas reservas para vencer a Nalbandian en cuatro sets.

Cedió la iniciativa a su rival y alargó los puntos con el pundonor que le caracteriza, pero se vio incapaz de adjudicarse una manga y al ruso le llegaron las fuerzas.

Siempre agresivo, Davydenko comenzó rompiendo el servicio de Cañas en los tres parciales, lo que le otorgó en todo momento cierta calma.

En el primer parcial el argentino recuperó el servicio en el cuarto juego y dispuso de una oportunidad de adjudicarse el set en el décimo, pero no lo aprovechó.

Pese a todo, alargó el parcial más de una hora y cuarto en pos de su táctica de desgaste.

El segundo set también empezó con un 2-0 del ruso, una ventaja que supo conservar hasta el final, eso sí, a costa de un gran esfuerzo y con el reloj corriendo, el único aliado de Cañas.

Marcaba dos horas cuando Davydenko sacaba para ganar el segundo parcial, sin dar señales de fatiga.

Mientras, Cañas comenzaba a dudar, volvía a ceder su servicio de salida del tercer set y parecía perder la fe en la táctica de desgaste. Davydenko aguantaba y el bonaerense no le veía réditos a su defensa numantina.

Los golpes ganadores del cuarto favorito empezaban a hacer mella en el muro de un Cañas que no logró llevar el partido hasta los límites del maratón.

Algo más incisivo, Cañas rompió el servicio en el octavo juego y abrió la puerta a la esperanza de desesperar a Davydenko. Pero la reacción del ruso no se hizo esperar y al siguiente juego volvió a robar el saque su rival.

A punto de marcar las tres horas de juego, con el horizonte de volver a jugar unas semifinales en París, algo que ya hizo en 2005, Davydenko sacaba para ganar. El premio para él será un duelo contra Roger Federer, al que no ha ganado nunca en las ocho veces que han jugado.

El año pasado le apeó en cuartos de final del Abierto de Australia y en semifinales del de Estados Unidos.

El suizo, que ante el español Tommy Robredo cedió la primera manga en sus últimos doce partidos de Grand Slam, ocultaba mal la felicidad de no tener que volver a verse las caras con un Cañas que esta temporada le ha desarbolado en dos ocasiones, en los Masters Series de Indian Wells y Miami.

El único consuelo de la parroquia argentina será ahora poder volver a ver al asiduo Guillermo Vilas, que mañana comenzará a disputar el torneo sénior de Roland Garros, justo 30 años después de alzar la Copa de los Mosqueteros.

Se cierra una etapa en la que el Grand Slam de tierra se había acostumbrado a contar con los argentinos en las últimas rondas. Guillermo Coria en 2003 y 2004, cuando estuvo acompañado de Gastón Gaudio y David Nalbandian.

En 2005 fue Mariano Puerta el que se coló entre los cuatro mejores y el año pasado repitió Nalbandian.