Cúcuta es sinónimo de fiesta, de luces multicolores, de trompetas y música, de banderas negras y rojas que no dejan de ondear.

Ganarle a Boca Juniors de Argentina, en una semifinal de la Copa Libertadores de América, no se vive todos los días en esta ciudad de un millón de habitantes, que esta noche respira fútbol, alegría, fiesta sin fin.

No importa qué día de la semana es, el festejo va para largo, las gargantas no dejan de gritar, mientras las bocinas de los automóviles acompañan a los aficionados que lentamente fueron saliendo del estadio General Santander en medio de una euforia que casi llega a locura.

Los aplausos, los fuegos artificiales multicolores y el sinfín de papel blanco que ha dejado una estela en los alrededores del estadio serán mañana ecos de la felicidad de una afición que ya siente a su equipo en la final de la Copa Libertadores de América.

Y es que la afición sabe que Cúcuta ha ganado con trabajo, con disciplina y con entrega, de la mano de un gran técnico como Jorge Luis Bernal, que respira humildad, pero sobretodo el profesionalismo propio de un hombre que cuida de sus muchachos como si fueran los hijos que nunca tuvo.

Hoy el equipo en pleno, de una manera sana, también celebrará, eso sí, sin dejar de pensar desde ya en el que será el partido de vuelta el próximo jueves 7 de junio.

Mientras tanto, Cúcuta y Colombia en pleno seguirá festejando por un equipo que, en su debut en la Copa Libertadores de América, está demostrando que en un campo de fútbol sencillamente se enfrentan once contra once, y que el ganador será el que mejor ha trabajado.