Calor, humedad y muerte
La FIFA ha decidido castigar a las ciudades de Quito y La Paz, sacándolas abruptamente del mundo competitivo del fútbol, para preservar, según su comisión médica " la integridad de sus futbolistas" (?).
Esta resolución pueril e indignante, no tiene ninguna razón de ser pues, si de muertes en el fútbol de la altura hablamos, no hay un solo antecedente y si varios, en climas tropicales, sin un centímetro de altura, donde en cambio han perdido la vida jugadores de fútbol por exceso de altas temperaturas y temibles registros de humedad. Y a los hechos nos remitimos….
La última referencia del nuevo siglo y espeluznante por cierto, se produjo el 26 de junio del 2003, cuando disputaban Camerún y Colombia, un paso a la final de la Copa Confederaciones organizada por la FIFA. A los 71 de juego Marc Vivién Foe se desplomó en pleno círculo central de la cancha muriendo instantáneamente.
Una vez realizada la autopsia se descubrió que su muerte fue a causa de un ataque cardíaco a consecuencia de que se le extendió su ventrículo izquierdo. Estudios toxicológicos no mostraron rastros de droga en su sistema.
Este caso que lo vio el mundo en vivo y en directo, lamentablemente lo vimos siete meses después, Mirlos Fehér, nacido en el 20 de julio de 1979 en Tatabanya (Hungría), desarrolló toda su vida en el fútbol de Portugal.
El 25 de enero del 2004 se enfrentaban el Vitoria SC frente al Benfica. Durante ese partido, en el cual se jugaban los últimos minutos, Fehér recibe una tarjeta amarilla y la recibe hasta con una sonrisa. Luego de eso comienza a dirigirse a su posición dentro del terreno de juego, pero sin motivo comienza a caminar más despacio y a inclinarse hasta que finalmente cae inconsciente.
Instantáneamente fue trasladado al hospital de Guimaraes donde falleció a causa de un tromboembolismo pulmonar.
El 26 de octubre del 2004 se produjo el deceso por paro cardíaco, de Paulo Sergio Oliveira, 30 años de edad, jugador y símbolo del Sao Caetano, con 232 partidos y 14 goles en pleno estadio de Morumbí ante el San Pablo
La peregrina idea de que hay que evitar la altura para preservar la salud de los futbolistas practicantes, tiene una respuesta aún más categórica pues Víctor Alfonso Guerrero, nacido en Colombia, de 17 años de edad, del club Envigado y murió por paro cardio-respiratorio.
En el Brasil, país de cero-altura, se han producido cientos de muertes en los estadios de fútbol. Alex Sandro de Souza Pereira, jugador del Matonense, perdió la vida por un paro cardiorrespiratorio, mientras disputaba un partido de la segunda división.
Otras muertes por los años 80. El defensor Beto del Moto Clube, murió de un infarto durante un partido con el Tocantes, el 14 de septiembre de 1985 en la ciudad de Sao Luis.
Tres años antes, el lateral derecho Carlos Alberto Barbosa, del Sport falleció en un encuentro contra el XV de Jaú, por el mismo motivo.
Otros casos que ganaron menor trascendencia fueron los del brasileño Cristiano Da Lima, quien en diciembre del 2004 murió por muerte súbita tras marcar un gol y el rumano Alin Paico, quien el año pasado no pudo soportar un infarto del miocardio mientras disputaba un partido con el Mineral Matarasi, un equipo de tercera división de su país.
Panamá, cero metros-altura, lloró la muerte de Armando Dely Valdez, por un derrame cerebral; Colombia a Albeiro" Palomo" Usuriaga que fue baleado en forma espectacular en el centro de la ciudad de Cali; Argentina al querido René Orlando Houseman, el popular "loco".
Esta pequeña referencia contribuye a consolidar al concepto de que no se puede prohibir ninguna actividad competitiva, peor aún de fútbol, en ciudades de altura, si la misma contribuye a mejorar la calidad de vida de sus habitantes y aumentar considerablemente el autoestima de sus habitantes.
GMR