River termina en crisis y con las manos vacías temporada 2006/7
River Plate termina la temporada 2006-2007 con las manos vacías y sumergido en una profunda crisis al quedar fuera de la lucha por el título de campeón del torneo Clausura 2007 tras la derrota en su estadio ante Estudiantes (0-1).
A falta de cuatro jornadas para que termine la competición, y después de tres empates consecutivos y una derrota, el equipo que dirige Daniel Passarella quedó a nueve puntos de distancia del líder, San Lorenzo.
Su participación activa en el torneo terminó de la peor manera, con la expulsión de su delantero Ariel Ortega (m.46), un gol mal anulado a Marco Ruben por el árbitro Rafael Furchi y el tanto del conjunto estudiantil marcado por Ezequiel Maggiolo en el tiempo de descuento (m.93).
Los insultos al árbitro cambiaron de dirección hacia Passarella cuando el equipo abandonó el campo de juego, y más tarde cientos de hinchas se concentraron frente a las oficinas del club, en el estadio "Monumental", para reclamar a gritos "que se vayan todos", dirigidos al técnico, los jugadores y los dirigentes.
Al comenzar el año, por su rendimiento en los torneos de verano, River se había convertido en el más importante aspirante a obtener un título de campeón en la Libertadores o la Liga, para lo cual había superado las inversiones monetarias de varios equipos en el fichaje de jugadores.
Pero esa impresión comenzó a diluirse a la hora de la disputa de los encuentros oficiales, en los que Passarella efectuó numerosos cambios en la alineación al no encontrar un equilibrio individual y colectivo convincente y un patrón de juego.
El equipo se despidió rápidamente de la Copa Libertadores vapuleado por el rival menos pensado, el Caracas FC venezolano, que lo venció sin atenuantes en los dos encuentros.
Dedicado con exclusividad a su participación en el torneo Clausura, el mundillo futbolístico argentino esperaba una reacción riverplatense de acuerdo a la calidad individual de sus futbolistas y al peso específico de un club nacido para estar siempre arriba en la disputa de un título local.
Pero disputadas 15 de las 19 jornadas de la competición River sólo logró siete victorias y padeció cinco empates y tres derrotas con un rédito paupérrimo en relación a sus inversiones, su prestigio y su necesidad de ganar algo después de tres años de sequía.
La de hoy no ha sido la primera reacción de sus aficionados contra Passarella, que hace pocos días advirtió a los hinchas que van a tener que insultarle durante dos años y siete meses más porque tiene contrato hasta diciembre de 2009 y piensa cumplirlo.
A esta situación se suman una serie de hechos de violencia, dos de ellos sangrientos, entre los principales miembros de la "barra brava" (grupo violento) por la concentración del poder en su ámbito.
Esta situación ha derivado en dos inhabilitaciones del estadio "Monumental", una el mes pasado y otra a partir de la próxima semana por dos encuentros, el procesamiento de los hinchas violentos y la sospecha generalizada de que los dirigentes, que los conocen como socios o empleados del club, no han hecho lo suficiente para evitar una tragedia.
River es un volcán en erupción y su equipo ahora está obligado a jugar cuatro partidos más del Clausura sin incentivo alguno.
A falta de cuatro jornadas para que termine la competición, y después de tres empates consecutivos y una derrota, el equipo que dirige Daniel Passarella quedó a nueve puntos de distancia del líder, San Lorenzo.
Su participación activa en el torneo terminó de la peor manera, con la expulsión de su delantero Ariel Ortega (m.46), un gol mal anulado a Marco Ruben por el árbitro Rafael Furchi y el tanto del conjunto estudiantil marcado por Ezequiel Maggiolo en el tiempo de descuento (m.93).
Los insultos al árbitro cambiaron de dirección hacia Passarella cuando el equipo abandonó el campo de juego, y más tarde cientos de hinchas se concentraron frente a las oficinas del club, en el estadio "Monumental", para reclamar a gritos "que se vayan todos", dirigidos al técnico, los jugadores y los dirigentes.
Al comenzar el año, por su rendimiento en los torneos de verano, River se había convertido en el más importante aspirante a obtener un título de campeón en la Libertadores o la Liga, para lo cual había superado las inversiones monetarias de varios equipos en el fichaje de jugadores.
Pero esa impresión comenzó a diluirse a la hora de la disputa de los encuentros oficiales, en los que Passarella efectuó numerosos cambios en la alineación al no encontrar un equilibrio individual y colectivo convincente y un patrón de juego.
El equipo se despidió rápidamente de la Copa Libertadores vapuleado por el rival menos pensado, el Caracas FC venezolano, que lo venció sin atenuantes en los dos encuentros.
Dedicado con exclusividad a su participación en el torneo Clausura, el mundillo futbolístico argentino esperaba una reacción riverplatense de acuerdo a la calidad individual de sus futbolistas y al peso específico de un club nacido para estar siempre arriba en la disputa de un título local.
Pero disputadas 15 de las 19 jornadas de la competición River sólo logró siete victorias y padeció cinco empates y tres derrotas con un rédito paupérrimo en relación a sus inversiones, su prestigio y su necesidad de ganar algo después de tres años de sequía.
La de hoy no ha sido la primera reacción de sus aficionados contra Passarella, que hace pocos días advirtió a los hinchas que van a tener que insultarle durante dos años y siete meses más porque tiene contrato hasta diciembre de 2009 y piensa cumplirlo.
A esta situación se suman una serie de hechos de violencia, dos de ellos sangrientos, entre los principales miembros de la "barra brava" (grupo violento) por la concentración del poder en su ámbito.
Esta situación ha derivado en dos inhabilitaciones del estadio "Monumental", una el mes pasado y otra a partir de la próxima semana por dos encuentros, el procesamiento de los hinchas violentos y la sospecha generalizada de que los dirigentes, que los conocen como socios o empleados del club, no han hecho lo suficiente para evitar una tragedia.
River es un volcán en erupción y su equipo ahora está obligado a jugar cuatro partidos más del Clausura sin incentivo alguno.