Inter, Lyon, Celtic y Olympiacos conquistaron este fin de semana el título de Liga.
Inter, Lyon, Celtic y Olympiacos conquistaron este fin de semana el título de Liga y mostraron cuatro formas de coronar una temporada que aún sigue viva en Inglaterra, con Manchester y Chelsea separados por tres puntos, y Alemania, donde el Schalke aventaja en dos puntos al Werder Bremen y en cuatro al Stuttgart.
Para el Inter, la corona tiene, quizá, más valor que para ninguno, porque refrenda en el campo el título que le entregó la justicia deportiva un año antes.
El Inter de Roberto Mancini ya no es un campeón bajo sospecha. Se ha asegurado el título con cinco jornadas de adelanto, con una trayectoria impecable, que hasta al momento no contempla más que una derrota en 33 partidos; la que le infligió el Roma el miércoles (1-3).
Mancini ha batido todos los récords (17 victorias consecutivas, invicto durante 32 partidos) y ha convertido un conjunto que acostumbraba a fallar en los momentos culminantes en una plantilla convencida de su superioridad.
Aprovechó el descenso del Juventus para equilibrar el plantel con la contratación del sueco Zlatan Ibrahimovic y del francés Patrick Vieira, pero también ha sabido gestionar bien las posibles crisis, enviando a Adriano a Brasil para que "El Emperador" recuperase la calma y dosificando las apariciones del portugués Luis Figo, que a mitad de temporada anunció su pase al fútbol árabe.
La victoria en Siena (1-2), que a falta de cinco jornadas le dio 16 puntos de ventaja sobre el Roma, quien también ayudó con una derrota ante Atalanta (2-1), se produjo además con dos tantos de Marco Materazzi, el hombre que cambió la historia de la final del Mundial 2006 y un símbolo en una plantilla que tiene 21 extranjeros.
El título le ha servido a Mancini para prolongar su contrato por otros cuatro cursos, algo que no ha tenido claro hasta que conquistó su segundo "scudetto".
En Francia, el Lyon es un campeón con claroscuros, pese a convertirse en el mejor equipo de la historia de Francia.
Nadie, ni el gran Saint Etienne que reinó al final de los años 60 y en los 70, ni el mejor Marsella de comienzos de los noventa, encadenó seis campeonatos consecutivos y, sin embargo, la alegría no es completa, porque Francia se le ha quedado pequeña.
"Necesitamos Europa", aseguró a mediados de temporada el presidente Jean-Michel Aulas y, al no cumplirse el objetivo máximo, la Liga parece un título menor.
"Estoy sorprendido, por lo que opinan algunos de paladar delicado. ¿Es porque fuimos eliminados en octavos de final de la Liga de los campeones?. Este sexto título es histórico, a pesar de todo", aseguró el técnico Gerard Houllier, que no tiene claro, siquiera, su futuro.
A diferencia del Inter, que se mantuvo intratable en todo el torneo, al Lyon le fallaron las fuerzas al comienzo del año, pero no importó, porque el resto de rivales le dieron por campeón antes de que cambiase el calendario y, pese a sus tropiezos, le han sobrado seis jornadas.
De forma parecida, en Escocia, el Celtic renueva título, porque hace tiempo que la lucha concierne sólo al "Old Firm" (Celtic y Rangers) y, en esta ocasión, fallaron los "protestantes".
No le salió bien a los "gers" el experimento rompedor con el francés Paul Le Guen, el ex entrenador del Lyon, y Walter Smith, arrebatado a la selección escocesa, llegó demasiado tarde.
Con Gordon Strachan, el Celtic no es brillante (diecisiete de sus veinticinco victorias las ha logrado por una diferencia de un gol), pero sí muy eficaz. Ha conquistado la Liga, está en la final de la Copa y alcanzó por primera vez los octavos de final de la Liga de Campeones, en la que forzó la prórroga ante el Milán.
"El mejor equipo ganó la Liga. Existe una clara diferencia entre las mejores individualidades y el mejor equipo", aseguró Strachan, después de que un gol del japonés Shunshuke Nakamura le diese la victoria, en el último minuto, contra Kilmarnock (2-1).
En Grecia, por último, el Olympiacos vuelve a ser campeón y casi es una anécdota, porque el conjunto de El Pireo se ha apoderado de diez de los últimos once campeonatos.
Con seis puntos de ventaja sobre el AEK Atenas del español Lorenzo Serra Ferrer, y resultados favorables en sus enfrentamientos particulares, el conjunto que dirige Panagiotis Lemonis no necesitaba más que derrotar al Kerkyra, que lucha por eludir el descenso, y no falló (3-1).
Abrió la cuenta el brasileño Rivaldo, al que aún le alcanza con su calidad para brillar, y el serbio Predrag Djorjevic, de penalti, y el mexicano Nery Alberto Castillo aseguraron el título con dos jornadas de antelación. EFE
Para el Inter, la corona tiene, quizá, más valor que para ninguno, porque refrenda en el campo el título que le entregó la justicia deportiva un año antes.
El Inter de Roberto Mancini ya no es un campeón bajo sospecha. Se ha asegurado el título con cinco jornadas de adelanto, con una trayectoria impecable, que hasta al momento no contempla más que una derrota en 33 partidos; la que le infligió el Roma el miércoles (1-3).
Mancini ha batido todos los récords (17 victorias consecutivas, invicto durante 32 partidos) y ha convertido un conjunto que acostumbraba a fallar en los momentos culminantes en una plantilla convencida de su superioridad.
Aprovechó el descenso del Juventus para equilibrar el plantel con la contratación del sueco Zlatan Ibrahimovic y del francés Patrick Vieira, pero también ha sabido gestionar bien las posibles crisis, enviando a Adriano a Brasil para que "El Emperador" recuperase la calma y dosificando las apariciones del portugués Luis Figo, que a mitad de temporada anunció su pase al fútbol árabe.
La victoria en Siena (1-2), que a falta de cinco jornadas le dio 16 puntos de ventaja sobre el Roma, quien también ayudó con una derrota ante Atalanta (2-1), se produjo además con dos tantos de Marco Materazzi, el hombre que cambió la historia de la final del Mundial 2006 y un símbolo en una plantilla que tiene 21 extranjeros.
El título le ha servido a Mancini para prolongar su contrato por otros cuatro cursos, algo que no ha tenido claro hasta que conquistó su segundo "scudetto".
En Francia, el Lyon es un campeón con claroscuros, pese a convertirse en el mejor equipo de la historia de Francia.
Nadie, ni el gran Saint Etienne que reinó al final de los años 60 y en los 70, ni el mejor Marsella de comienzos de los noventa, encadenó seis campeonatos consecutivos y, sin embargo, la alegría no es completa, porque Francia se le ha quedado pequeña.
"Necesitamos Europa", aseguró a mediados de temporada el presidente Jean-Michel Aulas y, al no cumplirse el objetivo máximo, la Liga parece un título menor.
"Estoy sorprendido, por lo que opinan algunos de paladar delicado. ¿Es porque fuimos eliminados en octavos de final de la Liga de los campeones?. Este sexto título es histórico, a pesar de todo", aseguró el técnico Gerard Houllier, que no tiene claro, siquiera, su futuro.
A diferencia del Inter, que se mantuvo intratable en todo el torneo, al Lyon le fallaron las fuerzas al comienzo del año, pero no importó, porque el resto de rivales le dieron por campeón antes de que cambiase el calendario y, pese a sus tropiezos, le han sobrado seis jornadas.
De forma parecida, en Escocia, el Celtic renueva título, porque hace tiempo que la lucha concierne sólo al "Old Firm" (Celtic y Rangers) y, en esta ocasión, fallaron los "protestantes".
No le salió bien a los "gers" el experimento rompedor con el francés Paul Le Guen, el ex entrenador del Lyon, y Walter Smith, arrebatado a la selección escocesa, llegó demasiado tarde.
Con Gordon Strachan, el Celtic no es brillante (diecisiete de sus veinticinco victorias las ha logrado por una diferencia de un gol), pero sí muy eficaz. Ha conquistado la Liga, está en la final de la Copa y alcanzó por primera vez los octavos de final de la Liga de Campeones, en la que forzó la prórroga ante el Milán.
"El mejor equipo ganó la Liga. Existe una clara diferencia entre las mejores individualidades y el mejor equipo", aseguró Strachan, después de que un gol del japonés Shunshuke Nakamura le diese la victoria, en el último minuto, contra Kilmarnock (2-1).
En Grecia, por último, el Olympiacos vuelve a ser campeón y casi es una anécdota, porque el conjunto de El Pireo se ha apoderado de diez de los últimos once campeonatos.
Con seis puntos de ventaja sobre el AEK Atenas del español Lorenzo Serra Ferrer, y resultados favorables en sus enfrentamientos particulares, el conjunto que dirige Panagiotis Lemonis no necesitaba más que derrotar al Kerkyra, que lucha por eludir el descenso, y no falló (3-1).
Abrió la cuenta el brasileño Rivaldo, al que aún le alcanza con su calidad para brillar, y el serbio Predrag Djorjevic, de penalti, y el mexicano Nery Alberto Castillo aseguraron el título con dos jornadas de antelación. EFE