Corrupción acendrada
Por Gonzalo Melo Ruiz
La corrupción en el Ecuador que nació en tiempos inmemoriales- ha acompañado al hombre desde que se puso en pies. Ha nacido, crecido y desarrollado en las más altas fuentes del poder, cuna mayor donde potencializa el mal. Es que poder absoluto, corrupción absoluta. Y con el paso de los años se ha extendido a todas las clases sociales: rica, media, baja, pobre e indigente.
Y el fútbol en el Ecuador, sin ser la excepción, ha caído en las manos de una mafia- a veces visible- en otras invisible, para desollar sin ningún escrúpulo a los clubes y dirigentes, en las recaudaciones, que son, cada domingo, como la burbuja: flota por el ambiente y luego desaparece.
Y siempre es lo mismo: funciona el carrusel, con ganancias asombrosas para los cerebros del ilícito, pero los culpables nunca son detenidos; funciona la reventa de entradas fraudulentas, pero jamás se comprueba el hecho; se denuncia la falsificación de entradas, pero los promotores no asoman jamás; los dirigentes saben del asalto "con manos" limpias, lanzan alaridos de indignación, pero nunca tienen respuesta.
Es decir, el escándalo es permanente, porque no se investiga y se envía a la cárcel a los mafiosos del espectáculo del fútbol. Curiosamente, todos los que viven de este próspero negocio dominical, seguramente son conocidos, les vemos las caras todos los domingos, pero son intocables y gozan de una inmunidad sospechosa.
Las autoridades del fútbol nacional, se ven importantes ante semejante vendaval de corrupción. No hay quien le ponga el "cascabel al gato" ni quien asuma la responsabilidad de parar el cada vez creciente perjuicio al fútbol ecuatoriano.
Si de estrategias se trata, los dirigentes han ensayado de todo: contratación de sofisticadas empresas que, implementando sistemas digitales y tecnológicos, han tratado de llegar a la verdad de asistencia; con la colaboración de los miembros de la directiva, han controlado las puertas de acceso; han contratado personal de seguridad privado, para evitar que los "pavos" se infiltren, como regularmente suele suceder. Pero nada, nada y nada. ¿ Qué hacer?.
Solamente la unidad humana, estratégica y tecnológica, de los involucrados en el fútbol, podrá paliar, no terminar con este atraco permanente a las arcas de los alicaídos clubes del fútbol ecuatoriano. La denuncia seria y documentada de los aficionados, entregará indicios de culpabilidad de los delincuentes que por el momento se pasean orondos, sin la menor vergüenza por todos los escenarios deportivos del Ecuador.