Con Mayweather y De La Hoya ganaron todos menos el boxeo
La ansiada y esperada pelea que "todo el mundo" quería ver, el duelo por el título súper welter, del Consejo Mundial de Boxeo (CMB), que protagonizaron los estadounidenses Floyd Mayweather y Oscar De La Hoya, alcanzó todos los objetivos marcados, menos el que mas necesitaba el propio deporte, que era recuperar popularidad e interés.
Desde el apartado promocional, económico y hasta el deportivo todo se desarrolló como estaba previsto y calculado.
Lo que no ha quedado claro es si se cumplió el que fuese el punto de partida para que el deporte del boxeo volviese a recuperar el campo perdido con la falta de verdaderos campeones, especialmente en la categoría reina de los pesos pesados.
Los dos grandes beneficiados con la pelea fueron, sin discusión, los propios protagonistas, Mayweather Jr., que tiene en su poder su quinto título del mundo en diferentes categorías y un cheque de entre 15 y 18 millones de dólares, algo que jamás pensó podría conseguir con 67,1 kilogramos de peso.
Sin embargo, el aceptar enfrentarse a De La Hoya, el boxeador más productivo y de mayor carisma popular en Estados Unidos, fue lo que hizo posible su "milagro" económico, que le compensó de haber tenido que hacer antes 37 peleas ganadoras, que no le dejaron ni la mitad de lo conseguido la noche del cinco de mayo en Las Vegas.
Además, Mayweather Jr., de 30 años, se permitió el lujo de confirmar que hoy por hoy es el mejor boxeador del momento, y autoproclamarse también de la "era" después de haber ganado el título en su primera pelea dentro de la nueva categoría.
Tras haber reivindicado lo bueno que es, Mayweather, reiteró que ahora ya su interés por seguir dentro del deporte del boxeo ya no es el mismo de antes y sigue con los planes de "retirarse" para dedicar más tiempo a su familia porque ya no tiene nada que demostrar a nadie.
Todo lo contrario de lo que se había promocionado con la pelea, que los mostraba a ambos pugilistas como los que iban a mantener encendido el interés por el deporte, algo que consiguieron durante los cuatro meses de promoción de la pelea y la pasada noche que establecieron nuevas marcas en el apartado de los ingresos económicos.
Mayweather Jr. ahora prefiere descansar en plan de retirada, aunque nadie duda que a los 30 años, el potencial físico que todavía tiene y la poca calidad que hay en el boxeo actual, estará listo para volver al cuadrilátero cuando el propio De La Hoya también haya decidido que es lo que va a hacer con su carrera.
De momento, el objetivo de hacer la primera gran promoción bajo el nombre de su propia empresa "Golden Boy Promotions", y batir varias marcas de ingresos económicos lo alcanzó en plenitud.
De La Hoya, de 34 años, se llevó 25 millones de bolsa, lo que le corresponda por la promoción y otros ingresos de taquilla, derechos de televisión y publicidad, que se sumaran a los 200 millones de dólares que se le calcula puede tener de fortuna personal.
Su nombre, prestigio e imagen hizo posible que los 17.000 espectadores que llenaron el MGM Grand Arena de Las Vegas (Nevada), dejasen en taquilla entre 19 y 20 millones de dólares, el mayor ingreso jamás logrado por un hotel casino en la historia del boxeo.
Ni las peleas históricas y con "morbo" de Mike Tyson contra Holyfield y el británico Lennox Lewis lo consiguieron.
También se espera que la venta de los que pagaron por ver la pelea por televisión supere los dos millones de clientes y más de 112 millones de dólares de ingresos, lo que dejaría a De La Hoya como el nuevo campeón en ese apartado al haber conseguido cerca de 550 millones de dólares en las 18 peleas que le han trasmitido por ese sistema.
La marca supera a la que consiguieron los campeones del mundo de los pesos pesados Tyson, 545 millones de dólares (12 peleas), y Holyfield, con 545 millones de dólares (14 peleas).
Además el mundo de las apuestas, que primero dieron como favorito a Mayweather por 2-1 y luego en los últimos días ya pusieron a De La Hoya 3-2 tiene también asegurado unos beneficios históricos, aunque como es lógico nunca se sabrán.
Ante este rotundo éxito económico, De La Hoya, de momento, piensa, como es lógico descansar, primero para analizar con todo tipo de detalle que fue lo que le impidió ganar la pelea y luego decidir su futuro como profesional.
Si sigue la filosofía que ha tenido en los últimos años, la lógica es que se retire de manera temporal, como piensa hacer Mayweather Jr., y cuando ya haya encontrado el nuevo reto profesional que quiera alcanzar podría comenzar a poner el marcha toda la maquinaría publicitaria para dar a conocer su regreso al mundo del boxeo.
Mientras tanto, el único legado deportivo que dejó la pelea entre Mayweather y De La Hoya fue un espectáculo que gusto a todos porque, al margen de lo que pudiesen hacer en el cuadrilátero, los aficionados ya habían tomado partido por uno u otro.
De ahí, que cuando De La Hoya lanzaba golpes y sus seguidores enloquecían, Mayweather respondía con una amplia sonrisa desde el cuadrilátero para recordarles que no le estaban haciendo daño.
El veredicto final de decisión dividida, favorable a Mayweather, fue también algo que benefició a los intereses de los dos púgiles de cara al futuro, porque si algún día deciden volver, no habrá mejor argumento que anunciar la revancha como una manera de intentar "salvar" de nuevo al deporte del boxeo.
Desde el apartado promocional, económico y hasta el deportivo todo se desarrolló como estaba previsto y calculado.
Lo que no ha quedado claro es si se cumplió el que fuese el punto de partida para que el deporte del boxeo volviese a recuperar el campo perdido con la falta de verdaderos campeones, especialmente en la categoría reina de los pesos pesados.
Los dos grandes beneficiados con la pelea fueron, sin discusión, los propios protagonistas, Mayweather Jr., que tiene en su poder su quinto título del mundo en diferentes categorías y un cheque de entre 15 y 18 millones de dólares, algo que jamás pensó podría conseguir con 67,1 kilogramos de peso.
Sin embargo, el aceptar enfrentarse a De La Hoya, el boxeador más productivo y de mayor carisma popular en Estados Unidos, fue lo que hizo posible su "milagro" económico, que le compensó de haber tenido que hacer antes 37 peleas ganadoras, que no le dejaron ni la mitad de lo conseguido la noche del cinco de mayo en Las Vegas.
Además, Mayweather Jr., de 30 años, se permitió el lujo de confirmar que hoy por hoy es el mejor boxeador del momento, y autoproclamarse también de la "era" después de haber ganado el título en su primera pelea dentro de la nueva categoría.
Tras haber reivindicado lo bueno que es, Mayweather, reiteró que ahora ya su interés por seguir dentro del deporte del boxeo ya no es el mismo de antes y sigue con los planes de "retirarse" para dedicar más tiempo a su familia porque ya no tiene nada que demostrar a nadie.
Todo lo contrario de lo que se había promocionado con la pelea, que los mostraba a ambos pugilistas como los que iban a mantener encendido el interés por el deporte, algo que consiguieron durante los cuatro meses de promoción de la pelea y la pasada noche que establecieron nuevas marcas en el apartado de los ingresos económicos.
Mayweather Jr. ahora prefiere descansar en plan de retirada, aunque nadie duda que a los 30 años, el potencial físico que todavía tiene y la poca calidad que hay en el boxeo actual, estará listo para volver al cuadrilátero cuando el propio De La Hoya también haya decidido que es lo que va a hacer con su carrera.
De momento, el objetivo de hacer la primera gran promoción bajo el nombre de su propia empresa "Golden Boy Promotions", y batir varias marcas de ingresos económicos lo alcanzó en plenitud.
De La Hoya, de 34 años, se llevó 25 millones de bolsa, lo que le corresponda por la promoción y otros ingresos de taquilla, derechos de televisión y publicidad, que se sumaran a los 200 millones de dólares que se le calcula puede tener de fortuna personal.
Su nombre, prestigio e imagen hizo posible que los 17.000 espectadores que llenaron el MGM Grand Arena de Las Vegas (Nevada), dejasen en taquilla entre 19 y 20 millones de dólares, el mayor ingreso jamás logrado por un hotel casino en la historia del boxeo.
Ni las peleas históricas y con "morbo" de Mike Tyson contra Holyfield y el británico Lennox Lewis lo consiguieron.
También se espera que la venta de los que pagaron por ver la pelea por televisión supere los dos millones de clientes y más de 112 millones de dólares de ingresos, lo que dejaría a De La Hoya como el nuevo campeón en ese apartado al haber conseguido cerca de 550 millones de dólares en las 18 peleas que le han trasmitido por ese sistema.
La marca supera a la que consiguieron los campeones del mundo de los pesos pesados Tyson, 545 millones de dólares (12 peleas), y Holyfield, con 545 millones de dólares (14 peleas).
Además el mundo de las apuestas, que primero dieron como favorito a Mayweather por 2-1 y luego en los últimos días ya pusieron a De La Hoya 3-2 tiene también asegurado unos beneficios históricos, aunque como es lógico nunca se sabrán.
Ante este rotundo éxito económico, De La Hoya, de momento, piensa, como es lógico descansar, primero para analizar con todo tipo de detalle que fue lo que le impidió ganar la pelea y luego decidir su futuro como profesional.
Si sigue la filosofía que ha tenido en los últimos años, la lógica es que se retire de manera temporal, como piensa hacer Mayweather Jr., y cuando ya haya encontrado el nuevo reto profesional que quiera alcanzar podría comenzar a poner el marcha toda la maquinaría publicitaria para dar a conocer su regreso al mundo del boxeo.
Mientras tanto, el único legado deportivo que dejó la pelea entre Mayweather y De La Hoya fue un espectáculo que gusto a todos porque, al margen de lo que pudiesen hacer en el cuadrilátero, los aficionados ya habían tomado partido por uno u otro.
De ahí, que cuando De La Hoya lanzaba golpes y sus seguidores enloquecían, Mayweather respondía con una amplia sonrisa desde el cuadrilátero para recordarles que no le estaban haciendo daño.
El veredicto final de decisión dividida, favorable a Mayweather, fue también algo que benefició a los intereses de los dos púgiles de cara al futuro, porque si algún día deciden volver, no habrá mejor argumento que anunciar la revancha como una manera de intentar "salvar" de nuevo al deporte del boxeo.