Perú pasa de la euforia a la incertidumbre de poder cambiar su historia
Perú ha pasado en el grupo A de la Copa América de la euforia tras la goleada obtenida en su primer partido frente a Uruguay, a la incertidumbre de tener que definir en la última fecha la posibilidad de avanzar en el torneo y recuperar el protagonismo internacional perdido en las últimas décadas.
Los peruanos llegaron con el optimismo al máximo a Venezuela, convencidos en el potencial de una ofensiva de lujo capitaneada por Claudio Pizarro y secundada por los letales Jefferson Farfán y Paolo Guerrero.
Perú dio una demostración de su anunciada intención de recuperar la jerarquía internacional frente a un Uruguay que se vio imposibilitado para detener un categórico 0-3 que cambió el nivel de las apuestas en su serie.
Aunque quizá ese resultado, a todas luces justo, impidió apreciar que era precisamente la línea ofensiva peruana la que lució mayores problemas por el nivel intermitente que mostraron Pizarro y Farfán.
Los atacantes del Chelsea de Inglaterra y PSV Eindhoven de Holanda no confirmaron el estupendo cartel que les precede, sobretodo Pizarro, quien tiene una gran deuda goleadora con la camiseta de su selección nacional.
El delantero, autor de cien goles en la Bundesliga con el Bayern de Múnich, su anterior equipo, sólo ha conseguido once anotaciones en 53 apariciones como seleccionado, una floja cuota para un jugador de los quilates del "Bombardero de los Andes".
Pero ha sido Farfán el gran sacrificado en el combinado "inca", al tener que jugar en la volante, una posición a la que no se acomoda totalmente, e incluso le causa molestia, como se ha podido apreciar en los dos partidos jugados por Perú, sobretodo en la derrota frente a Venezuela.
El seleccionador peruano, Julio César Uribe, ha sido claro en reconocer que Farfán "se descompuso" en el segundo tiempo del choque frente a Venezuela.
El delantero del PSV asume en su selección un puesto que le mantiene alejado de las porterías, para permitir el ingreso de Pizarro y Guerrero, quizá el único de los tres jugadores peruanos que hasta el momento ha confirmado su gran trascendencia.
El jugador del Hamburgo de Alemania marcó el tercer gol frente a Uruguay, en un encuentro en el que las otras anotaciones fueron del defensa Miguel Villalta y el volante Juan Carlos Mariño, a todas las luces la aparición más importante que ha mostrado Perú en el torneo.
Guerrero fue el único atacante peruano que llevó gran peligro a la portería de Venezuela, con dos remates que merecieron mejor suerte, peleó todos y cada uno de los balones que recibió en ofensiva e incluso retrocedió para colaborar con la defensa.
Ahora Perú se enfrenta nuevamente a la amenaza del desnivel que suele mostrar en los torneos internacionales, una situación que en su país es conocida popularmente como "gitanería", por su constante cambio de situación.
Muchos han opinado que la selección "inca" sufre del síndrome de la "manta corta", una frase acunada por el ya fallecido técnico brasileño Elba de Padua Lima "Tim", quien aludía que cuando unos e cubría en defensa no atacaba y viceversa.
En el caso de la actual selección, se ha dicho que Perú tiene una floja línea de contención, en la que sin embargo luce un envidiable nivel Juan Carlos Bazalar, a pesar de sus 39 años.
Se olvida también que en la defensa Perú tiene a Alberto Rodríguez, figura en el Braga de Portugal, y a Santiago Acasiete, también un destacado jugador en el Almería de España, equipo que ha conseguido el ascenso a la Primera División.
Pero ha sido en el juego con balón detenido en el que Perú ha ratificado que sigue siendo débil, ya que fue un tiro elevado que conectó de cabeza el venezolano Alejandro Cichero el que inició el camino de la derrota ante la "vinotinto".
Los peruanos echan en falta, además, al impetuoso Juan Vargas, el volante del Catania de Italia que se lesionó dos días antes del viaje hacia Venezuela y que dejó un gran vacío por la dosis de coraje y capacidad de proyección que lo han hecho reconocido.
La prensa internacional se pregunta también, con sorpresa, como es que Perú no ha llegado a la Copa con Nolberto Solano, el veterano volante del Newcastle inglés, un jugador que mantuvo una encendida polémica con los dirigentes y el seleccionador Uribe.
Serán los jugadores actuales, sin embargo, los encargados de cambiar la historia última de Perú o mantener la irregularidad de dos generaciones sin ganar un torneo importante o clasificar a un Mundial.
Los peruanos llegaron con el optimismo al máximo a Venezuela, convencidos en el potencial de una ofensiva de lujo capitaneada por Claudio Pizarro y secundada por los letales Jefferson Farfán y Paolo Guerrero.
Perú dio una demostración de su anunciada intención de recuperar la jerarquía internacional frente a un Uruguay que se vio imposibilitado para detener un categórico 0-3 que cambió el nivel de las apuestas en su serie.
Aunque quizá ese resultado, a todas luces justo, impidió apreciar que era precisamente la línea ofensiva peruana la que lució mayores problemas por el nivel intermitente que mostraron Pizarro y Farfán.
Los atacantes del Chelsea de Inglaterra y PSV Eindhoven de Holanda no confirmaron el estupendo cartel que les precede, sobretodo Pizarro, quien tiene una gran deuda goleadora con la camiseta de su selección nacional.
El delantero, autor de cien goles en la Bundesliga con el Bayern de Múnich, su anterior equipo, sólo ha conseguido once anotaciones en 53 apariciones como seleccionado, una floja cuota para un jugador de los quilates del "Bombardero de los Andes".
Pero ha sido Farfán el gran sacrificado en el combinado "inca", al tener que jugar en la volante, una posición a la que no se acomoda totalmente, e incluso le causa molestia, como se ha podido apreciar en los dos partidos jugados por Perú, sobretodo en la derrota frente a Venezuela.
El seleccionador peruano, Julio César Uribe, ha sido claro en reconocer que Farfán "se descompuso" en el segundo tiempo del choque frente a Venezuela.
El delantero del PSV asume en su selección un puesto que le mantiene alejado de las porterías, para permitir el ingreso de Pizarro y Guerrero, quizá el único de los tres jugadores peruanos que hasta el momento ha confirmado su gran trascendencia.
El jugador del Hamburgo de Alemania marcó el tercer gol frente a Uruguay, en un encuentro en el que las otras anotaciones fueron del defensa Miguel Villalta y el volante Juan Carlos Mariño, a todas las luces la aparición más importante que ha mostrado Perú en el torneo.
Guerrero fue el único atacante peruano que llevó gran peligro a la portería de Venezuela, con dos remates que merecieron mejor suerte, peleó todos y cada uno de los balones que recibió en ofensiva e incluso retrocedió para colaborar con la defensa.
Ahora Perú se enfrenta nuevamente a la amenaza del desnivel que suele mostrar en los torneos internacionales, una situación que en su país es conocida popularmente como "gitanería", por su constante cambio de situación.
Muchos han opinado que la selección "inca" sufre del síndrome de la "manta corta", una frase acunada por el ya fallecido técnico brasileño Elba de Padua Lima "Tim", quien aludía que cuando unos e cubría en defensa no atacaba y viceversa.
En el caso de la actual selección, se ha dicho que Perú tiene una floja línea de contención, en la que sin embargo luce un envidiable nivel Juan Carlos Bazalar, a pesar de sus 39 años.
Se olvida también que en la defensa Perú tiene a Alberto Rodríguez, figura en el Braga de Portugal, y a Santiago Acasiete, también un destacado jugador en el Almería de España, equipo que ha conseguido el ascenso a la Primera División.
Pero ha sido en el juego con balón detenido en el que Perú ha ratificado que sigue siendo débil, ya que fue un tiro elevado que conectó de cabeza el venezolano Alejandro Cichero el que inició el camino de la derrota ante la "vinotinto".
Los peruanos echan en falta, además, al impetuoso Juan Vargas, el volante del Catania de Italia que se lesionó dos días antes del viaje hacia Venezuela y que dejó un gran vacío por la dosis de coraje y capacidad de proyección que lo han hecho reconocido.
La prensa internacional se pregunta también, con sorpresa, como es que Perú no ha llegado a la Copa con Nolberto Solano, el veterano volante del Newcastle inglés, un jugador que mantuvo una encendida polémica con los dirigentes y el seleccionador Uribe.
Serán los jugadores actuales, sin embargo, los encargados de cambiar la historia última de Perú o mantener la irregularidad de dos generaciones sin ganar un torneo importante o clasificar a un Mundial.