Los conductores de autobús en Sao Paulo se declararon en huelga por segundo día consecutivo el miércoles, esta paralización de tránsito dejó a cientos de miles varados en la ciudad más grande de Brasil, donde se jugara el partido inaugural del Mundial de Fútbol que enfrentará a Brasil y Croacia el 12 de junio.
Los conductores y cobradores del sindicato local abandonaron el trabajo el martes, dejando los vehículos estacionados en las principales carreteras y al cierre de más de la mitad de los terminales en la ciudad.
La huelga, en São Paulo, en general, una de las ciudades más ordenadas de Brasil, destaca la creciente incertidumbre sobre la capacidad del país de lograr uno de los mayores eventos deportivos del mundo en doce ciudades. Se espera que muchos aficionados al fútbol confíen en el transporte público para llegar a los estadios en los días que hay partido.
Sólo el tren y el Metro funcionan con normalidad, pero ayer estaban atestados de pasajeros que debían luchar por un lugar dentro del carro. Como medidas inmediatas, la municipalidad suspendió la restricción vehicular, pero eso no bastó para solucionar la situación, que perjudicó a 2,5 millones de personas, según el canal Globo. El secretario de Transportes de Sao Paulo, Jilmar Tatto, criticó a los huelguistas del transporte, quienes iniciaron el paro luego de no aceptar el reajuste salarial del 10% que acordó el sindicato con la empresa de transportes.
La policía civil y federales también estaban en huelga en otras partes del país el miércoles. Cuando la policía militar abandonó el trabajo en las últimas semanas en Salvador y Recife, en la costa noreste del país, también las ciudades anfitrionas de la Copa Mundial, hubo informes de saqueos y homicidios generalizados.
Debido a la huelga de autobuses se inició por una facción disidente dentro de la unión del conductor Sao Paulo y no el sindicato, el gobierno de la ciudad ha sido capaz de hacer más que lo condenan. La ciudad se había negociado un aumento de sueldo del 10 por ciento con el sindicato oficial el lunes, pero algunas facciones querían más.
Pero el conflicto del transporte parecía anoche acercarse a una solución, luego de que Valdevan Noventa, presidente del sindicato de conductores de Sao Paulo, asegurara a la agencia AFP que el paro se levantaría a la medianoche de ayer.
Muchos de los nuevos proyectos de transporte público prometidos para la Copa del Mundo no se han iniciado y muchos están sin terminar, lo que lleva a la ira generalizada sobre el costo de la construcción o renovación de estadios que se han convertido en símbolos de residuos.
Las promesas incumplidas contribuyeron a oleadas de protestas en las calles el año pasado y han perjudicado la popularidad de la presidenta Dilma Rousseff, antes de las elecciones de octubre. Otra ola de protestas podría obstaculizar aún más el transporte cuando los juegos comiencen, y también amenazan la reelección de Rousseff.