FIFA destaca la remontada de Ecuador ante Australia y la cataloga como remontadas para el recuerdo a continuación la nota:
La regla básica de todo aficionado que se precie: nunca se debe llegar tarde al estadio. Lo mismo, pero a la inversa, se puede aplicar al final del partido. ¡Un hincha hecho y derecho jamás debe abandonar su asiento antes del pitido final!.
La última demostración llegó el miércoles en Londres, donde Ecuador perdía 3-0 en el entretiempo un amistoso ante Australia de preparación a la Copa Mundial de la FIFA Brasil 2014™. Con un tanto de Edison Méndez en el último minuto, los sudamericanos terminaron ganando 4-3. Así, FIFA.com presenta algunas de las remontadas más espectaculares de la historia del fútbol.
Al César lo que es del César. Inglaterra, además de ser la cuna del fútbol, es también la patria del espíritu de lucha. Para muestra vale un botón. A comienzos del siglo XX, más concretamente en la temporada 1904/05, los jugadores del Everton protagonizaron una heroica remontada. Al finalizar la primera parte, perdían por 0-5 frente al Sheffield Wednesday, que aspiraba a revalidar el título conseguido el año anterior. Pero los Toffees encontraron la manera de volver a meterse en el partido y se adjudicaron un inesperado empate a 5-5. Este hermoso episodio, que forma parte de los anales del Everton, también hizo entrar al Sheffield en los libros de historia: los Búhos se convirtieron en el primer equipo del Reino Unido que dejó escapar la victoria tras haber ido ganando por 0-5. Un récord que hasta la fecha nadie ha podido igualar y que, seguramente, el Sheffield preferiría olvidar.
En fechas más recientes, el otro club de la ciudad del Mersey, el Liverpool FC, demostró que echar por tierra las esperanzas del rival es, sin lugar a dudas, una especialidad local. En 2005, los Redsescogieron ni más ni menos que la final de la prestigiosa Liga de Campeones de la UEFA como escenario para realizar la hazaña más memorable de su historia. Su rival, el AC Milan, había marcado tres goles en la primera parte, obra de Paolo Maldini y Hernán Crespo (2), y todo el mundo daba por sentenciado el partido.
Pero Steven Gerrard no se dio por vencido. El carismático capitán inició la recuperación de su equipo tras marcar el primer tanto, aunque al final fue Jerzy Dudek el que dio la puntilla a los milanistas: elLiverpool logró empatar a 3-3 y se impuso en los lanzamientos desde el punto penal al detener el guardameta polaco los disparos de Andrea Pirlo y Andriy Shevchenko.
El Manchester United, rival de los Reds en la liga inglesa, también se había visto en la misma situación unos años antes. En 1999, y en otra final de la Copa de Europa, el Bayern de Múnich creyó tener la victoria asegurada tras llegar al minuto 90 con un gol de ventaja en el marcador (1-0). Pero en el tiempo añadido, el infatigable Teddy Sheringham convirtió un saque de esquina en el tanto de la igualada para los Diablos Rojos. Aún así, los desconsolados bávaros confiaban en lograr su cuarta corona continental en la prórroga, pero no pudo ser.
Un minuto después del empate se produjo la sorpresa. El noruego Ole Gunnar Solskjaer, que había saltado al terreno de juego diez minutos antes, marcó otro gol tras un nuevo saque de esquina. De este modo, el Manchester United se adjudicó su segunda Copa de Europa. Los rostros de Samuel Kuffour y Oliver Kahn, que apenas podían contener las lágrimas, eran todo un poema. Tuvieron el éxito al alcance de la mano, y se les escapó. Poco se imaginaban que dos años después serían ellos los que alzarían el trofeo.
Milagros en serie
Ironías de la historia, al Bayern ya le había ocurrido algo parecido en su campeonato nacional. En la temporada 1973/74, el equipo que capitaneaba Franz Beckenbauer ganaba por 4-1 en el campo del FC Kaiserslautern, antes de perder el encuentro por 4-7. Pero no todo han sido tristezas. A los muniqueses también les ha tocado estar en el lado ganador después de lograr una estupenda remontada. En 1982, en la final de la Copa de Alemania, los bávaros perdían 0-2 frente al Núremberg al finalizar la primera parte. Pero en la segunda, dieron la vuelta al partido y lograron imponerse por 4-2.
Tanto en el fútbol de clubes como en el internacional, el fútbol alemán se ha caracterizado siempre por sus grandes dosis de emoción. En la Copa Mundial de la FIFA Italia 1990, Inglaterra cayó derrotada en semifinales a manos de la entonces República Federal de Alemania. Tras el partido, Gary Lineker declaró: "El fútbol es un deporte en el que se enfrentan once contra once y siempre gana Alemania". Una afirmación que ya había quedado ampliamente demostrada en Suiza 1954. En aquella ocasión,Alemania se enfrentó en la final a Hungría, que llevaba 31 partidos sin conocer la derrota y que lógicamente partía como favorita. Los germanos, dirigidos por Sepp Herberger, encajaron dos goles en los primeros compases del encuentro, pero se repusieron rápidamente. Una diana de Helmut Rahna cinco minutos del final hizo posible el "Milagro de Berna" y otorgó a Alemania su primera corona mundial.
También se puede calificar de milagro lo ocurrido en la final de la Eurocopa 2000, disputada en Rotterdam entre Francia e Italia. En el minuto 93 de juego, los transalpinos ganaban por 1-0 y su afición se preparaba para celebrar la victoria. Pero, el delantero francés Sylvain Wiltord les lanzó un jarro de agua fría al lograr la igualdad agónica (90'+4). Minutos después, David Trezeguet firmaba el gol de oro que sentenció el partido y proporcionó a los Bleus su segundo título europeo.
Cuatro años más tarde, en la Eurocopa 2004, Francia emprendió la defensa de su título de la misma manera en que lo había conquistado en 2000: dando vuelta un partido que, a priori, parecía perdido. Frente a Inglaterra, en su primer encuentro de la fase de grupos, Zinédine Zidane y sus compañeros recibieron un tanto, obra de Lampard, en el minuto 39. Hubo que esperar hasta el tiempo añadido para ver en acción la magia de "Zizou". El astro francés marcó un gol de falta directa en el minuto 91 y transformó un penal en el 93. Un excelente comienzo para los franceses en la competición europea.
Zidane, quien recientemente puso fin a su carrera como jugador, es oriundo de Marsella, una ciudad que asistió a la increíble resurrección protagonizada por su insigne equipo en la temporada 1998/99. El Olympique de Marsella, liderado por Christophe Dugarry, Robert Pires y Laurent Blanc, que acababan de coronarse campeones del mundo, pasó del desaliento a la alegría desbordante en un encuentro frente al Montpellier. El conjunto marsellés encajó cuatro tantos en la primera parte y los jugadores fueron abucheados de camino al vestuario. Pero a la vuelta del descanso, consiguieron dar la vuelta al partido. Los aficionados se sintieron satisfechos cuando su equipo logró el empate a 4-4, pero en el mismo momento en que Blanc marcó el tanto de la victoria en el tiempo añadido, el Velódromo estalló de alegría.
Clásicos espectaculares
En el fútbol argentino, el punto culminante de la temporada es el "Superclásico" de Buenos Aires, el derbi entre los dos clubes más laureados del país: Boca Juniors y River Plate. El partido, sinónimo de espectáculo, siempre resulta apasionante y reñido. En 1991, en un choque de la primera ronda de la Copa Libertadores, los Millonarios de River se las prometían muy felices con una ventaja de 3-1 en el marcador a media hora del final en la mismísima Bombonera. Pero los xeneizes de Boca lograron igualar 3-3, antes de marcar el gol de la victoria en el minuto 87 (4-3).
Seis años después cambiaron las tornas. Los boquenses jugaron el partido perfecto e iban ganando por 3-0 en el estadio Monumental, el feudo de River. Pero el encuentro cambió completamente de rumbo cuando Roberto Bonano, el guardameta Millonario, paró un penal lanzado por Roberto Pompei y evitó así un cuarto gol del equipo visitante. A partir de ese momento, los locales reaccionaron y arrancaron un empate a 3-3 con sabor a revancha.
También se puede hablar de rivalidad ancestral en Escocia, donde compiten los dos grandes de Glasgow, el Celtic y el Rangers. La remontada más famosa del fútbol escocés se produjo en la última jornada de la temporada 2004/05, en la que ambos equipos se disputaban el primer puesto de la clasificación. Los verdiblancos sólo dependían de sí mismos: el título de liga pasaba por lograr la victoria frente al Motherwell. El Celtic se adelantó en el marcador por medio de Chris Sutton y parecía que la suerte estaba ya echada. Por su parte, el Rangers, que jugaba en Edimburgo frente al Hibernian, también tenía el marcador a su favor. Pero la situación cambió radicalmente en el minuto 89.
El trofeo de la liga escocesa ya se encontraba a bordo de un helicóptero camino de Motherwell cuando el delantero australiano del equipo local marcó el tanto del empate a 1-1. Los Bhoys del Celtic se lanzaron al ataque desesperados para evitar que el título fuera a parar a manos del eterno rival, pero en el intento volvieron a encajar un segundo gol. Entre tanto, el helicóptero tuvo que cambiar de rumbo para entregar el trofeo al Rangers en Edimburgo.
Una historia que recuerda a la que vivió el Schalke 04 en 2001. El equipo de Gelsenkirchen iba ganando al Unterhaching, mientras el Bayern de Múnich (¡otra vez!) perdía por 0-1 frente al Hamburgo con el tiempo cumplido. La afición y los jugadores del Schalke ya estaban celebrando el título sobre el terreno de juego cuando en Hamburgo, y a falta de pocos segundos para que finalizara el tiempo añadido, el sueco Patrick Andersson igualó la contienda para el Bayern mediante un gol de falta directa. Desde entonces, al Schalke se le adjudicó el poco halagador sobrenombre de "campeón durante cinco minutos".
A veces, bastan cinco minutos para dar la vuelta al marcador. ¿Qué hacer cuando nuestro equipo favorito va perdiendo al borde de los 90 minutos? ¿Abandonar el estadio para no seguir sufriendo? ¡Eso nunca! Nada está perdido. "El partido no termina hasta que suena el pitido final".
Fuente: FIFA.com