Un Maracaná repleto esperará mañana el milésimo gol de Romario.
Unas 60.000 personas se apiñarán mañana en el estadio Maracaná para asistir al clásico que disputarán el Vasco da Gama y el Botafogo, en el que el veterano Romario puede anotar el milésimo gol de su carrera.
El escenario, el que Romario desea, es el mismo en el que, el 19 de noviembre de 1969, Edson Arantes do Nascimento "Pelé" anotó su gol número mil, de penalti y precisamente contra el Vasco da Gama, equipo ahora del "bajito" goleador de 41 años.
Romario ha dicho que "sueña" ya con ese momento y que se imagina pidiendo el balón justamente para un penalti, como hizo el que ha sido, para muchos, el mejor futbolista de la historia.
El partido se disputará bajo una protesta del Botafogo, que reclama por la desigual distribución de las entradas entre ambos clubes, a raíz de una polémica decisión de la federación carioca de fútbol, que ha querido otorgar más billetes a los hinchas de Romario.
A los seguidores del Vasco da Gama han correspondido dos tercios de las 60.000 localidades, cuando en clásicos es tradicional que la distribución sea en partes iguales.
La polémica desatada por esa decisión no ha afectado el clima deportivo, que está en plena efervescencia y ha contagiado incluso a miembros del gobierno.
El ministro de Deportes, Orlando Silva, anunció hoy que asistirá al partido "no como hincha del Vasco ni del Botafogo, sino como hincha de Romario", quien anotó el pasado domingo ante el Flamengo el gol número 999 de su carrera, según sus propias cuentas.
"Estaré en el Maracaná porque no me quiero perder el milésimo gol y, si finalmente lo anota, Romario será invitado a Brasilia, para recibir un homenaje especial del presidente (Luiz Inácio Lula da Silva), dijo el ministro.
Romario, que cumplió 41 años en enero pasado, ha dicho que desea "terminar con la agonía" que para él supone estar tan cerca del gol número 1.000, una marca persigue con obsesión para concluir su larga vida deportiva.
En el Botafogo, además del descontento por el desigual reparto de localidades, los nervios también se han apoderado de una plantilla en la que nadie desea quedar en la historia como "víctima" del milésimo gol del "Baixinho" (Bajito), como se conoce al goleador por sus 1,68 metros de altura.
El entrenador Alexis Stival "Cuca" dijo que ha intentado contener a sus jugadores y hacerles entender que sólo una victoria minimizará el efecto del milésimo gol.
"Trabajamos para ganar los partidos, no para impedir que anote un jugador en especial", declaró el técnico, quien incluso dijo que no prevé un marcaje especial sobre Romario.
En ese sentido, hay quien difiere del entrenador, como el defensa Leandro Guerreiro, quien dijo hoy que está dispuesto a convertirse en una "estampilla" y "pegarse" a Romario durante los 90 minutos.
"Si Cuca me manda, me voy a pegar a su espalda y no le dejaré respirar ni recibir el balón, porque si lo tiene le basta un segundo para anotar", declaró Guerreiro.
El escenario, el que Romario desea, es el mismo en el que, el 19 de noviembre de 1969, Edson Arantes do Nascimento "Pelé" anotó su gol número mil, de penalti y precisamente contra el Vasco da Gama, equipo ahora del "bajito" goleador de 41 años.
Romario ha dicho que "sueña" ya con ese momento y que se imagina pidiendo el balón justamente para un penalti, como hizo el que ha sido, para muchos, el mejor futbolista de la historia.
El partido se disputará bajo una protesta del Botafogo, que reclama por la desigual distribución de las entradas entre ambos clubes, a raíz de una polémica decisión de la federación carioca de fútbol, que ha querido otorgar más billetes a los hinchas de Romario.
A los seguidores del Vasco da Gama han correspondido dos tercios de las 60.000 localidades, cuando en clásicos es tradicional que la distribución sea en partes iguales.
La polémica desatada por esa decisión no ha afectado el clima deportivo, que está en plena efervescencia y ha contagiado incluso a miembros del gobierno.
El ministro de Deportes, Orlando Silva, anunció hoy que asistirá al partido "no como hincha del Vasco ni del Botafogo, sino como hincha de Romario", quien anotó el pasado domingo ante el Flamengo el gol número 999 de su carrera, según sus propias cuentas.
"Estaré en el Maracaná porque no me quiero perder el milésimo gol y, si finalmente lo anota, Romario será invitado a Brasilia, para recibir un homenaje especial del presidente (Luiz Inácio Lula da Silva), dijo el ministro.
Romario, que cumplió 41 años en enero pasado, ha dicho que desea "terminar con la agonía" que para él supone estar tan cerca del gol número 1.000, una marca persigue con obsesión para concluir su larga vida deportiva.
En el Botafogo, además del descontento por el desigual reparto de localidades, los nervios también se han apoderado de una plantilla en la que nadie desea quedar en la historia como "víctima" del milésimo gol del "Baixinho" (Bajito), como se conoce al goleador por sus 1,68 metros de altura.
El entrenador Alexis Stival "Cuca" dijo que ha intentado contener a sus jugadores y hacerles entender que sólo una victoria minimizará el efecto del milésimo gol.
"Trabajamos para ganar los partidos, no para impedir que anote un jugador en especial", declaró el técnico, quien incluso dijo que no prevé un marcaje especial sobre Romario.
En ese sentido, hay quien difiere del entrenador, como el defensa Leandro Guerreiro, quien dijo hoy que está dispuesto a convertirse en una "estampilla" y "pegarse" a Romario durante los 90 minutos.
"Si Cuca me manda, me voy a pegar a su espalda y no le dejaré respirar ni recibir el balón, porque si lo tiene le basta un segundo para anotar", declaró Guerreiro.