Real Madrid venció 4-2 a Sevilla.

Enviado por roberto el Lun, 16/01/2006 - 08:00

Juan Ramón López Caro resucitó al Real Madrid y especialmente relanzó la carrera del francés Zinedine Zidane, que devolvió la alegría a un equipo que andaba perdido y que el domingo, ante un enorme rival como el Sevilla, por fin fue aplaudido de nuevo, tras varios meses de tedio en el estadio Bernabéu.

El técnico madridista Juan Ramón López Caro le ha puesto otra velocidad al Madrid. Y fue frente a un Sevilla pletórico y valiente. El Madrid mostró fuelle, intensidad y sobre todo una capacidad enorme para rehabilitar a futbolistas que caminaban hacia el precipicio.

Y eso es mérito del entrenador. Todos esos argumentos van asociados al aspecto físico y en eso es evidente que el Madrid ha dado un giro de 180 grados. De ahí, el papel determinante del cambio de un equipo que ahora sí, podrá ganar o perder, pero ofrece una imagen digna en el campo.

Zidane, es el primero que ha salido del pozo. Con el Mundial a poco más de cinco meses vista, Zidane va como un tiro hacia su última cita importante. Hizo daño al Sevilla, con sus reflejos a la hora de abrir el juego al brasileño Robinho, a la hora de enganchar con José María Gutiérrez Guti, o al cambiar el balón hacia el lado del también brasileño Cicinho y del inglés David Beckham.

Se le puso todo bien al Madrid. A los siete minutos, Guti enfilaba la senda de la victoria tras un servicio de Zidane desde la izquierda.

El Sevilla reaccionó. Tiene buena pinta el Sevilla. Nunca perdió la cara al partido. Toca a los costados, con Jesús Navas con una gran faena pendiente en el Bernabéu. Con el italiano Maresca comprometido. Sin embargo, al equipo de Juande Ramos le faltaba gol. El maliense Frederik Kanouté lo hace bonito, el brasileño Adriano pisa el área y su compatriota Luis Fabiano no encontraba puerta. Un cabezazo de Luis Fabiano a los 40 minutos fue lo más peligroso en el primer tramo.

Antes, Cicinho había mandado un pelotazo al larguero desde su costado. Era el minuto 27. A Cicinho se le vio metido en el partido. Tal fue su grado de concentración, que en el minuto de duelo por la muerte de Manuel Meler, previo al partido, no se dio cuenta de la atmósfera de respeto y mientras los otros 21 jugadores guardaban silencio, él no paraba de calentar.

Con un penal reclamado por el Madrid por empujón en el área de Alves a Robinho acabó el primer tramo. Tras el descanso, el partido se igualó de inmediato. Luis Fabiano, atento en el área, fusiló a Iker. La emoción y el interés volvían al partido. Poco disfrutó la alegría el Sevilla.

A los 56 fue derribado el brasileño Julio Baptista en el área. Y Zidane, con autoridad, marcó el penalti. Cicinho fue la llave del Madrid en ese gol. Abrió el campo y puso el balón en el corazón del área. En ese tipo de acciones o hay gol o penal o el mismo defensa se marca en propia meta. Cicinho brilló cuando Beckham le cubrió la espalda.

El Madrid, a partir de ahí, no sólo recuperó el dominio. Por fin jugó bien. Y ese es un mérito añadido. Hacía más de dos años que el Madrid no ofrecía detalles de espectáculo. Y en ese cambio, apareció Zidane de gran protagonista. Con la ayuda inestimable de Guti, actor principal de la remontada, Zidane culminó un hermoso gol que le devolvió con aplausos el Bernabéu.

Juande Ramos puede estar satisfecho. Porque el Sevilla lo dio todo. El Madrid volvió a sus orígenes también. Iker Casillas sacó una mano increíble en un libre directo de Aitor Ocio. Ramos, en su propia meta, mandó un balón al larguero de Iker, Kanouté largó otra pelota al poste. Era un partido de ida y vuelta. Y el Sevilla apretaba.

Aun así, por fin el Madrid se encontró cómodo. Tal es la confianza, que el Madrid se atrevió con acciones personales que últimamente habían pasado al olvido por miedo al error. Zidane y Cicinho remataron varias voleas a media altura. Algo de lo que saca petróleo el Liverpool, por ejemplo, todos los fines de semana. Con Harry Kewell, Steven Gerrard o Luis García.

Hubo pegada por ambas partes. El Sevilla metía miedo. Beckham mandó otro larguero en un libre directo, pero Aitor Ocio se acercaba con el 3-2. El Madrid no firmó un partido del todo brillante. El Sevilla, a la contra, y con fallos de concentración, le puso contra las cuerdas. Pero la actitud, el funcionamiento colectivo del Madrid fue otro bien distinto. Sólo Baptista, que se dejó el alma en el campo, no encuentra su sitio. El gol se le niega. Algo que sí ha vuelto a Zidane, autor de tres goles.