Sin emociones pero con reproches el partido entre el Valencia y Atlético.
Un decepcionante Valencia, que partía como favorito ante el Atlético, no supo plasmar sobre el terreno de juego su aparente superioridad y empató a cero, ante un equipo acomplejado por el brote de gastroenteritis sufrido por la plantilla durante la semana y cuyo técnico, el argentino Carlos Bianchi, recibió gritos de desaprobación desde la grada.
El Atlético encaró el partido como víctima propiciatoria, pues sólo el búlgaro Martín Petrov y el argentino Ariel Ibagaza, de los once que saltaron al campo como titulares, se salvaron del brote y jugaron en plenitud de condiciones.
El Valencia, sabedor de esta circunstancia, salió con la decisión de tener la pelota para llevarse el envite, de llevar el peso del encuentro, pero defraudó en el intento.
El argentino Pablo Aimar fue sometido a un pegajoso marcaje por parte de Zahinos y David Villa tampoco tuvo su noche. Al contrario de lo que se suponía, no estuvieron cómodos los valencianistas sobre el terreno de juego.
Sin embargo, los de Carlos Bianchi sí se desenvolvieron con más tranquilidad. Paradójicamente, el Atlético pudo salir beneficiado mentalmente por la famosa gastroenteritis, pues le permitió liberarse de la presión de tener que ganar por encima de todo.
Fue algo que se palpó también en la grada, que aceptó la condición de inferioridad y que pareció que perdonaría, hoy sí, al equipo un tropiezo.
Por eso, el Atlético esperó atrás con un plan claro: el contragolpe, y fue así como engarzó la mejor jugada del partido. Ibagaza metió un bonito balón en profundidad sobre la derecha a Fernando Torres y éste devolvió al primer toque a la izquierda para Petrov.
El disparo del búlgaro fue detenido por Santiago Cañizares, pero la jugada levantó al público de sus asientos (m.13).
El plan del Valencia también era evidente, pero anduvieron los visitantes más torpes para desarrollarlo. No consiguieron los de Quique Sánchez Flores tener presencia en el centro del campo, en la zona de mando, y su dominio se perdía una y otra vez en la defensa atlética y en su portero.
El cancerbero, Ismael Falcón, estuvo acertadísimo y salvó goles cantados de Villa y el brasileño Fabio Aurelio en la primera mitad. El sopor era la nota dominante y el Valencia el mayor culpable de ello.
Con todo a favor se perdió en las imprecisiones sin que sus figuras superan evitarlo, aunque simplemente por su insistencia se podía intuir que en algún momento podría marcar el tanto de la victoria.
El paso de los minutos en la segunda mitad acentuó la dinámica premeditada del partido y el aburrimiento general. El encuentro era definitivamente malo y hasta el público, condescendiente, comenzó a perder la calma y a reprochar el juego a los suyos.
Pero Torres cambió el ánimo de la grada con dos ocasiones claras en la segunda mitad. Ambas engancharon al público con su equipo, que a base de ganas llevó el peligro a la portería de Cañizares. La bronca de la noche se la llevó Bianchi, quien incomprensiblemente y en plena avalancha atlética sacó a Petrov del campo para dar entrada al argentino Maxi Rodríguez.
Un cambio que no entendió la grada y que protestó con energía. Incluso le gritó Bianchi vete ya. Sin duda, la gran noticia de la noche.
Los aficionados rojiblancos ya no aguantan al técnico. La ocasión del partido para el Valencia se produjo a falta de un cuarto de hora para la conclusión.
Fabio Aurelio estrelló un balón en el larguero y el rechace no supo convertirlo en gol Angulo, quien se encontró de nuevo con Falcón, el mejor hombre del partido.
El empate a cero inicial ya no se movería y el reparto de puntos fue lo más justo de un partido decepcionante del Valencia y previsible del Atlético, que engancha su noveno partido consecutivo sin ganar y que está a cuatro puntos de las posiciones de descenso.