Óscar de la Hoya quiere que su libro sea inspiración para soñadores
El púgil y ex campeón mundial Óscar de
la Hoya, un hijo de inmigrantes mexicanos, quiere que su libro, 'Un
sueño americano', en que cuenta la historia de su vida, sea motivo
de inspiración de que los sueños se pueden lograr.
"Muchos de mis sueños se han hecho realidad, desde ganar una medalla olímpica para cumplir la promesa que hice a mi madre antes de morir, hasta ganar títulos en seis categorías de pesos diferentes, construir un emporio financiero y tener la familia ideal", señala De la Hoya señala al lector en la introducción.
"Espero que por medio de mi historia, ustedes se sientan inspirados a hacer sus sueños realidad, cualesquiera que sean", para lo que asegura se necesitan "las tres D: dedicación, disciplina y deseo para ir en pos de sus metas".
En el libro, publicado en inglés y español por la editorial Harper Collins, manifiesta además su preocupación por el futuro de los boxeadores que terminan en la ruina y que en muchas ocasiones pierden sus hogares, su salud y su dignidad, y su deseo de que "representantes y promotores dejen de aprovecharse" de ellos.
En 'Un sueño americano', el llamado 'Niño dorado' desnuda su alma para contar sobre su vida en el Este de Los Angeles cuando su familia, como muchas otras en ese barrio pobre, luchaba por salir adelante, todo lo que pasó para llegar donde está y de su matrimonio con la puertorriqueña Millie Corretjer.
"Me mortificaba que muchas veces tuviéramos que sobrevivir con cupones de alimentos y me avergonzaba reconocer que la ropa que llevaba encima era casi todo lo que tenía en mi clóset. No, mi camino hacia el éxito no siempre fue fácil", confesó.
"Este libro puede ser una motivación para hacer todo posible, porque creo que todo sí es posible. Uno pone metas y tiene sueños, es un proceso largo, un esfuerzo que uno tiene que hacer, mucho trabajo, pero si sigues para adelante y uno escucha su corazón, puedes llegar lejos", dijo a Efe.
El camino al éxito tuvo un coste, según el púgil -cuyo padre también boxeó y quiso que su hijo lograra lo que él no pudo por dedicarse a su familia- cuya infancia no fue como la de otros niños.
"Me levantaba a las cuatro de la mañana desde los once años para ir a correr temprano, me iba a la escuela y luego al gimnasio. No tenía tiempo para nada más que el gimnasio y la escuela. En esa edad quieres tener tus amiguitos, compartir con ellos en la vecindad, yo no tuve nada de eso. Hay muchas cosas que extrañé", recordó.
Pero, admite que no se arrepiente, porque sabía que ese deporte le llevaría a grandes cosas. Esa niñez sacrificada le ha llevado como padre a querer que sus hijos vivan su infancia como niños.
"No les quiero forzar a nada si no quieren hacer algo, por ejemplo, si mi hijo algún día me dice que quiere ser boxeador será su decisión", la cual apoyará al cien por cien, aseguró.
"Como mi padre quería que su hijo fuera campeón, él no sabía que me estaba forzando" a un deporte al que llegó a amar y se convirtió en el centro de su vida, dijo De la Hoya, quien aseguró que no le recrimina eso a su progenitor, Joel de la Hoya "porque gracias a eso estoy donde estoy, a sus enseñanzas y las de mi madre".
"Mi padre fue un señor fuerte, serio, que se le hacía difícil dar un abrazo, de que dijera te amo, te quiero mucho, tal vez por el orgullo de ser latino", indicó.
"Eso me enseñó a ser más abierto con mis hijos, a decirles: te quiero mucho, les doy un abrazo todos los días. Estoy súper convencido de que mi padre me ama, pero no supo cómo decirlo, aunque lo expresaba a través del trabajo, de poner comida en la mesa, un techo", comentó el padre de Óscar Gabriel, de dos años y medio, y de Nina, de cinco meses, fruto de su matrimonio con Corretjer.
Confesó que lo más difícil de escribir el libro fue recordar la muerte de su madre, Cecilia, a los 35 años por cáncer, por quien luchó la medalla de oro en los Olímpicos. "Un puño arriba del ring no compara a lo que sentí cuando eso pasó", comentó.
De la Hoya tiene previsto retirarse en septiembre, tras su próxima pelea para la cual no se ha elegido contrincante, para dedicar más tiempo a su familia y continuar la promoción de nuevos púgiles a través de su empresa 'Golden Boy Promotions'.
"Estoy preparado física y emocionalmente para colgar los guantes", aseguró. EFE
"Muchos de mis sueños se han hecho realidad, desde ganar una medalla olímpica para cumplir la promesa que hice a mi madre antes de morir, hasta ganar títulos en seis categorías de pesos diferentes, construir un emporio financiero y tener la familia ideal", señala De la Hoya señala al lector en la introducción.
"Espero que por medio de mi historia, ustedes se sientan inspirados a hacer sus sueños realidad, cualesquiera que sean", para lo que asegura se necesitan "las tres D: dedicación, disciplina y deseo para ir en pos de sus metas".
En el libro, publicado en inglés y español por la editorial Harper Collins, manifiesta además su preocupación por el futuro de los boxeadores que terminan en la ruina y que en muchas ocasiones pierden sus hogares, su salud y su dignidad, y su deseo de que "representantes y promotores dejen de aprovecharse" de ellos.
En 'Un sueño americano', el llamado 'Niño dorado' desnuda su alma para contar sobre su vida en el Este de Los Angeles cuando su familia, como muchas otras en ese barrio pobre, luchaba por salir adelante, todo lo que pasó para llegar donde está y de su matrimonio con la puertorriqueña Millie Corretjer.
"Me mortificaba que muchas veces tuviéramos que sobrevivir con cupones de alimentos y me avergonzaba reconocer que la ropa que llevaba encima era casi todo lo que tenía en mi clóset. No, mi camino hacia el éxito no siempre fue fácil", confesó.
"Este libro puede ser una motivación para hacer todo posible, porque creo que todo sí es posible. Uno pone metas y tiene sueños, es un proceso largo, un esfuerzo que uno tiene que hacer, mucho trabajo, pero si sigues para adelante y uno escucha su corazón, puedes llegar lejos", dijo a Efe.
El camino al éxito tuvo un coste, según el púgil -cuyo padre también boxeó y quiso que su hijo lograra lo que él no pudo por dedicarse a su familia- cuya infancia no fue como la de otros niños.
"Me levantaba a las cuatro de la mañana desde los once años para ir a correr temprano, me iba a la escuela y luego al gimnasio. No tenía tiempo para nada más que el gimnasio y la escuela. En esa edad quieres tener tus amiguitos, compartir con ellos en la vecindad, yo no tuve nada de eso. Hay muchas cosas que extrañé", recordó.
Pero, admite que no se arrepiente, porque sabía que ese deporte le llevaría a grandes cosas. Esa niñez sacrificada le ha llevado como padre a querer que sus hijos vivan su infancia como niños.
"No les quiero forzar a nada si no quieren hacer algo, por ejemplo, si mi hijo algún día me dice que quiere ser boxeador será su decisión", la cual apoyará al cien por cien, aseguró.
"Como mi padre quería que su hijo fuera campeón, él no sabía que me estaba forzando" a un deporte al que llegó a amar y se convirtió en el centro de su vida, dijo De la Hoya, quien aseguró que no le recrimina eso a su progenitor, Joel de la Hoya "porque gracias a eso estoy donde estoy, a sus enseñanzas y las de mi madre".
"Mi padre fue un señor fuerte, serio, que se le hacía difícil dar un abrazo, de que dijera te amo, te quiero mucho, tal vez por el orgullo de ser latino", indicó.
"Eso me enseñó a ser más abierto con mis hijos, a decirles: te quiero mucho, les doy un abrazo todos los días. Estoy súper convencido de que mi padre me ama, pero no supo cómo decirlo, aunque lo expresaba a través del trabajo, de poner comida en la mesa, un techo", comentó el padre de Óscar Gabriel, de dos años y medio, y de Nina, de cinco meses, fruto de su matrimonio con Corretjer.
Confesó que lo más difícil de escribir el libro fue recordar la muerte de su madre, Cecilia, a los 35 años por cáncer, por quien luchó la medalla de oro en los Olímpicos. "Un puño arriba del ring no compara a lo que sentí cuando eso pasó", comentó.
De la Hoya tiene previsto retirarse en septiembre, tras su próxima pelea para la cual no se ha elegido contrincante, para dedicar más tiempo a su familia y continuar la promoción de nuevos púgiles a través de su empresa 'Golden Boy Promotions'.
"Estoy preparado física y emocionalmente para colgar los guantes", aseguró. EFE