Si yo fuera Maradona...del "Burrito" Ortega a Messi.
El día que Maradona echó el cierre, el
fútbol en general y, sobre todo, Argentina, se quedó huérfana. Ganó
un icono, como el "Che", Gardel o Evita, pero se encontró con un
enorme hueco que, no por anunciado, dejó de sobrecogerle, porque
hasta el último momento esperó la enésima resurrección de Diego.
Por eso, una vez superado el shock, se entregó de forma casi desaforada a buscar su sucesor y encumbró a esa categoría a un buen número de jugadores, casi todos con características físicas parecidas al "Pibe" y con talento, pero obligados a cargar con una herencia tan enorme que, en la mayoría de los casos, acabó por aplastarlos.
Fue el caso del "Burrito" Ortega, que ya en el Mundial de Estados Unidos'94 se vio obligado a suplir a Maradona, en el partido frente a Rumanía, después de que el 10 diese positivo en el control antidopaje posterior al encuentro frente a Grecia. Muchos vieron en sus gambetas, en su facilidad para jugar entre líneas, un buen recambio del ídolo.
Ariel Ortega pasó del Ríver Plate al Valencia con la condición de ídolo, pero no se adaptó al fútbol europeo, deambuló por Italia y, hasta por Turquía. De vuelta a Argentina, en el tramo final de su carrera, ha acaparado más titulares por sus problemas con el alcohol que por su juego.
La propia actitud de Maradona, que creyó ver a su sucesor en cada buen jugador de la albiceleste, ha propiciado que en una decenio hayan alcanzado ese escalafón jugadores como Javier Saviola, Andrés D'Alessandro, Pablo Aimar, Román Riquelme y, por último, Leo Messi.
La irrupción de Saviola en Ríver y, sobre todo, su actuación en el Mundial sub'20 de Argentina 2001 desató la euforia. "El pibito" fue el máximo goleador del torneo (11 tantos) y el mejor jugador, algo que tan sólo había logrado otro futbolista argentino en la historia: Maradona en Japón'79.
Por eso, fueron inevitables las comparaciones. "A esta pequeña maravilla del fútbol ya se le puede comparar con Maradona", publicó el diario francés L'Equipe.
Lo bendijo el propio Maradona: "Es mi sucesor. Lo siento, porque es de Ríver, pero es buenísimo. Lo veo y se me pone la piel de gallina. Tiene la calidad de un centrocampista conductor y, a la vez, define como Van Basten", sentenció.
Saviola fichó por el Barcelona, que lo convirtió en el jugador más caro de su historia (22 millones de dólares), pero llegó al Camp Nou como contrapartida al fichaje de Zinedine Zidane por el Real Madrid. La sombra de Maradona y de Zidane es tan alargada que la estrella del "conejo" de apagó pronto, pese a contar con el apoyo de la afición, que no entendió sus cesiones al Mónaco y al Sevilla y, mucho menos, que se permitiese su fichaje por el Real Madrid, donde tampoco se ha ganado la condición de titular.
A Andrés D'Alessandro, el segundo mejor jugador de aquel Mundial sub'20, le bastó un comentario para entrar en la línea sucesoria.
En 2001 acudió a Inglaterra para probar por el West Ham, el club del que han salido la mayoría de las estrellas inglesas (Bobby Moore, Rio Ferdinand, Lampard...), y tras observarle, el técnico Harry Redknapp comentó: "Tengo miedo de dejar escapar al nuevo Maradona".
"El Cabezón" estuvo en la agenda de media Europa y, finalmente, fichó por el Wolfsburgo, que pudo pagar su ficha gracias al apoyo de la Volkswagen, pero no se adaptó y alternó grandes actuaciones con agrios enfrentamientos con los técnicos.
Ahora, en el Zaragoza y arropado por numerosos compatriotas, parecía disponer de una nueva oportunidad, pero su irregularidad y su difícil carácter, que le han llevado a pelearse con Pablo Aimar en un entrenamiento, le han vuelto a poner en el disparadero.
El propio Aimar también fue señalado como el elegido, con el consentimiento de Maradona que, en octubre de 2002, declaraba al diario "The Sun": "Es mi sucesor legítimo como el mejor jugador del mundo. Pablo se divierte jugando como yo lo hacía. Pagaría lo que fuese por verlo jugar".
Sin embargo, las lesiones, que le han impedido completar una temporada entera, frenaron su progresión y le quitaron la condición de intransferible en el Valencia, que facilitó su salida hacia Zaragoza.
Román Riquelme, como no podía ser distinto, también contó con la bendición de Maradona, que ya en 2002, aconsejaba su fichaje por el Barcelona. "Si lo compran va a marcar una época en el Barcelona como no me dejaron hacerlo a mí. Fui muchísimas veces a la cancha de Boca y vi a Riquelme hacer cosas increíbles con la pelota", dijo.
Román no encontró su sitio en un Barcelona en crisis, comenzó a revivir en Villarreal, al que llevó a la semifinal de la Liga de Campeones, pero sólo fue feliz en Boca, donde se siente querido. Sin posibilidad de volver a "la Bombonera", consume en solitario los meses que restan hasta enero, cuando se volverá a abrir el mercado de fichajes, aguardando las convocatorias de la albiceleste para demostrar su talento.
Y queda Messi, la última gran aparición. Esta vez no es una comparación forzada, porque "La Pulga" se ha encargado de calcar los momentos culminantes de Maradona, en el Mundial de México'86.
En mayo pasado, ante el Getafe, en la Copa, imitó al mejor gol de la historia de los Mundiales, y semanas después metió otro "con la mano de Dios", frente al Espanyol en la Liga.
"Uno hace esfuerzos para no compararlo con Maradona, pero Messi no ayuda. De todos los candidatos, ninguno estuvo más cerca de Maradona, incluso por sus características. Messi quizá sea un jugador más vertiginoso que Diego, está más para la finalización que para el armado, pero es un jugador con unas condiciones naturales sobresalientes", dijo entonces Valdano al diario "La Nación".
Arsene Wenger, el entrenador del Arsenal, ha afirmado que Messi "es como Maradona con un turbo en los pies" y, por supuesto, el propio "Pibe" no se privó resaltar las semejanzas cuando ambos se encontraron en agosto pasado: "Los dos somos zurdos y ganamos un Mundial juvenil, jugamos en el Barcelona. Ah! y metimos un gol con la mano y no nos vieron".
"Dios es argentino y su Messías, también", reza una pancarta que suele colgar de todos los estadios donde juega la selección argentina. Diez años después de la retirada del ídolo, parece que la afición albiceleste puede dejar de buscar. EFE
Por eso, una vez superado el shock, se entregó de forma casi desaforada a buscar su sucesor y encumbró a esa categoría a un buen número de jugadores, casi todos con características físicas parecidas al "Pibe" y con talento, pero obligados a cargar con una herencia tan enorme que, en la mayoría de los casos, acabó por aplastarlos.
Fue el caso del "Burrito" Ortega, que ya en el Mundial de Estados Unidos'94 se vio obligado a suplir a Maradona, en el partido frente a Rumanía, después de que el 10 diese positivo en el control antidopaje posterior al encuentro frente a Grecia. Muchos vieron en sus gambetas, en su facilidad para jugar entre líneas, un buen recambio del ídolo.
Ariel Ortega pasó del Ríver Plate al Valencia con la condición de ídolo, pero no se adaptó al fútbol europeo, deambuló por Italia y, hasta por Turquía. De vuelta a Argentina, en el tramo final de su carrera, ha acaparado más titulares por sus problemas con el alcohol que por su juego.
La propia actitud de Maradona, que creyó ver a su sucesor en cada buen jugador de la albiceleste, ha propiciado que en una decenio hayan alcanzado ese escalafón jugadores como Javier Saviola, Andrés D'Alessandro, Pablo Aimar, Román Riquelme y, por último, Leo Messi.
La irrupción de Saviola en Ríver y, sobre todo, su actuación en el Mundial sub'20 de Argentina 2001 desató la euforia. "El pibito" fue el máximo goleador del torneo (11 tantos) y el mejor jugador, algo que tan sólo había logrado otro futbolista argentino en la historia: Maradona en Japón'79.
Por eso, fueron inevitables las comparaciones. "A esta pequeña maravilla del fútbol ya se le puede comparar con Maradona", publicó el diario francés L'Equipe.
Lo bendijo el propio Maradona: "Es mi sucesor. Lo siento, porque es de Ríver, pero es buenísimo. Lo veo y se me pone la piel de gallina. Tiene la calidad de un centrocampista conductor y, a la vez, define como Van Basten", sentenció.
Saviola fichó por el Barcelona, que lo convirtió en el jugador más caro de su historia (22 millones de dólares), pero llegó al Camp Nou como contrapartida al fichaje de Zinedine Zidane por el Real Madrid. La sombra de Maradona y de Zidane es tan alargada que la estrella del "conejo" de apagó pronto, pese a contar con el apoyo de la afición, que no entendió sus cesiones al Mónaco y al Sevilla y, mucho menos, que se permitiese su fichaje por el Real Madrid, donde tampoco se ha ganado la condición de titular.
A Andrés D'Alessandro, el segundo mejor jugador de aquel Mundial sub'20, le bastó un comentario para entrar en la línea sucesoria.
En 2001 acudió a Inglaterra para probar por el West Ham, el club del que han salido la mayoría de las estrellas inglesas (Bobby Moore, Rio Ferdinand, Lampard...), y tras observarle, el técnico Harry Redknapp comentó: "Tengo miedo de dejar escapar al nuevo Maradona".
"El Cabezón" estuvo en la agenda de media Europa y, finalmente, fichó por el Wolfsburgo, que pudo pagar su ficha gracias al apoyo de la Volkswagen, pero no se adaptó y alternó grandes actuaciones con agrios enfrentamientos con los técnicos.
Ahora, en el Zaragoza y arropado por numerosos compatriotas, parecía disponer de una nueva oportunidad, pero su irregularidad y su difícil carácter, que le han llevado a pelearse con Pablo Aimar en un entrenamiento, le han vuelto a poner en el disparadero.
El propio Aimar también fue señalado como el elegido, con el consentimiento de Maradona que, en octubre de 2002, declaraba al diario "The Sun": "Es mi sucesor legítimo como el mejor jugador del mundo. Pablo se divierte jugando como yo lo hacía. Pagaría lo que fuese por verlo jugar".
Sin embargo, las lesiones, que le han impedido completar una temporada entera, frenaron su progresión y le quitaron la condición de intransferible en el Valencia, que facilitó su salida hacia Zaragoza.
Román Riquelme, como no podía ser distinto, también contó con la bendición de Maradona, que ya en 2002, aconsejaba su fichaje por el Barcelona. "Si lo compran va a marcar una época en el Barcelona como no me dejaron hacerlo a mí. Fui muchísimas veces a la cancha de Boca y vi a Riquelme hacer cosas increíbles con la pelota", dijo.
Román no encontró su sitio en un Barcelona en crisis, comenzó a revivir en Villarreal, al que llevó a la semifinal de la Liga de Campeones, pero sólo fue feliz en Boca, donde se siente querido. Sin posibilidad de volver a "la Bombonera", consume en solitario los meses que restan hasta enero, cuando se volverá a abrir el mercado de fichajes, aguardando las convocatorias de la albiceleste para demostrar su talento.
Y queda Messi, la última gran aparición. Esta vez no es una comparación forzada, porque "La Pulga" se ha encargado de calcar los momentos culminantes de Maradona, en el Mundial de México'86.
En mayo pasado, ante el Getafe, en la Copa, imitó al mejor gol de la historia de los Mundiales, y semanas después metió otro "con la mano de Dios", frente al Espanyol en la Liga.
"Uno hace esfuerzos para no compararlo con Maradona, pero Messi no ayuda. De todos los candidatos, ninguno estuvo más cerca de Maradona, incluso por sus características. Messi quizá sea un jugador más vertiginoso que Diego, está más para la finalización que para el armado, pero es un jugador con unas condiciones naturales sobresalientes", dijo entonces Valdano al diario "La Nación".
Arsene Wenger, el entrenador del Arsenal, ha afirmado que Messi "es como Maradona con un turbo en los pies" y, por supuesto, el propio "Pibe" no se privó resaltar las semejanzas cuando ambos se encontraron en agosto pasado: "Los dos somos zurdos y ganamos un Mundial juvenil, jugamos en el Barcelona. Ah! y metimos un gol con la mano y no nos vieron".
"Dios es argentino y su Messías, también", reza una pancarta que suele colgar de todos los estadios donde juega la selección argentina. Diez años después de la retirada del ídolo, parece que la afición albiceleste puede dejar de buscar. EFE