Luis Horna llega a la antesala de la gloria en Roland Garros.

Enviado por carlosefrain el Vie, 06/06/2008 - 06:40
A Luis Horna, la raqueta número uno de Perú, la gloria parece haberle alcanzado en París, a los 28 años, donde se ha convertido en el segundo peruano en alcanzar la final de un torneo de Grand Slam.

En un año lleno de emociones, como el acceso con Perú al Grupo Mundial de la Copa Davis, en donde se enfrentó a la 'Armada española', Horna ha igualado al mítico 'cacique' Alejandro Olmedo, ganador en la década de los 50 de los torneos de Wimbledon, el Abierto de Estados Unidos y la Copa Davis.

Tan talentoso como temperamental, Horna se lesionó en febrero pasado, en los días previos al choque en la Davis frente a España y aunque su persistencia lo llevó a jugar un partido de individuales y el dobles, no pudo evitar un 0-5.

A despecho de haber sufrido un bajón en la clasificación de la Asociación de Tenistas Profesionales (ATP), en el que ingresa y sale de los cien primeros continuamente, Horna ha acostumbrado a sus compatriotas a hacer presentaciones superlativas en la Copa Davis.

Al punto que se le considera capaz de vencer a cualquier rival amparado en su gran técnica, potencia física y capacidad de reacción en partidos del más alto nivel.

Carga, sin embargo, con el sambenito de ser muy impulsivo y dejarse arrastrar muchas veces por cualquier bajón anímico motivado por un público adverso, el estado del terreno de juego o, especialmente, una decisión arbitral discutida.

Horna, nacido en Lima en 1980, es el estandarte de una generación de tenistas peruanos que, a despecho de no figurar en puestos de vanguardia de la ATP, logró una clasificación sin precedentes a instancias mundiales de la Davis.

Ya con esto, el actual equipo peruano superó las campañas de tenistas nacionales que llegaron a la fase previa al Grupo Mundial como Pablo Arraya, Eduardo Noriega, Alejandro Aramburú y Jaime Yzaga, el actual capitán peruano, quien ocupó el puesto 18 en el mundo.

Sin embargo, el espejo en el cual Horna deberá mirarse, a partir de ahora, es Alejandro Olmedo, quien ganó la Copa Davis de 1958 como integrante del equipo de Estados Unidos y también se llevó los títulos del Abierto de Australia y de Wimbledon, en 1959.

Pasado el sueño de vencer a una España que avanza hacia el título de la Davis, Horna parece querer confirmar que este es su año y que, antes de dejar la más alta competencia, le ha llegado el momento de sellar su ingreso a la elite de los tenistas hispanoamericanos.

Ha sido junto al uruguayo Pablo Cuevas, de 22 años, que ha tocado las puertas de la gloria, tras vencer hoy en las semifinales al brasileño Bruno Soares y al serbio Budan Venic, por 6-4, 6-7(6), 7-6(6).

Su camino se cimentó el pasado martes, al vencer en los cuartos de final a los principales favoritos, los hermanos estadounidenses Bob y Mike Bryan.

Ahora, con la presión de la hazaña, pero también la satisfacción del deber cumplido, deberán acabar con los segundos favoritos del torneo, la pareja formada por el canadiense Daniel Nestor y el serbio Nenad Zimonjic.

"Es algo importante, muy fuerte, muy grande. Es algo que hemos logrado en un torneo de la envergadura de Roland Garros y todavía no nos lo creemos", afirmó hoy Horna luego de concretar el triunfo.

Hay en esto una reivindicación, luego de la decepción del torneo individual, en la que cayó en segunda ronda, una antes de su techo en Roland Garros, que era el objetivo que se había propuesto igualar.

En París, Horna vive una segunda juventud, con una demostración de su gran talento, elogiado de manera unánime en Lima, hasta por su capitán en la Copa Davis, Jaime Yzaga.

"Sé que llegar a la final de un Roland Garros es lo más importante para él y desde aquí estaremos pendientes de su éxito", dijo Yzaga, resumiendo el sentir de todo un país. EFE