Schwank cayó ante Paul Henri-Mathie y la "legiòn" argentina se quedò sin reprentantes en Parìs
Eduardo Schwank había sumado 20 triunfos consecutivos pero no pudo sumar hoy el 21, precisamente el que le otorgaba acceso a los octavos de final de Roland Garros, disputado en la mítica pista Philippe Chatrier en la que perdió contra el francés Paul-Henri Mathieu y dejó huérfano de argentinos el Grand Slam de París.
Por primera vez desde 1999 el tenis argentino no contará con ningún representante en los octavos de final, después de que, uno a uno, fueran cayendo los 17 que comenzaron el torneo, una cifra récord que auguraba gloria y que quedó pendiente del endeble hilo de un debutante procedente de la previa y que nunca había disputado un Grand Slam.
Schwank cayó con la garra con la que había amasado su veintena de victorias, con el mismo coraje con el que ganó tres torneos de promoción, se metió en el cuadro final de Roland Garros a través de la fase previa y superó dos rondas dejando en la estacada a dos españoles, Carlos Moyá, favorito 16, y Marcel Granollers.
El rosarino demostró que tiene tenis para seguir compitiendo con los mejores, pero a sus 22 años todavía necesita tiempo para acostumbrarse a la presión, a las grandes canchas, al público exigente y a un torneo que no da tregua, que exige el máximo.
Entró Schwank en la cancha sin pinta de miedo, dispuesto a comerse a un rival que también se caracteriza por la brega, por pelear cada partido a costa de sudor y minutos de juego.
Mathieu es ahora la máxima ilusión de los franceses y eso podía pesar sobre sus hombros a poco que Schwank le enseñara los dientes.
Pero la Philippe Chatrier intimidó al argentino, que enseguida comenzó a ceder terreno, a sucumbir ante el juego justo y preciso del francés y a regular con cuenta gotas los raquetazos impresionantes que callaron a la central de París.
Los juegos caían del lado del francés que pronto los convirtió en set, dos en poco más de una hora, y sin noticias de un Schwank al que todos aguardaban.
Pero el rosarino siempre vuelve, siempre regresa al partido y lo hizo en el tercer set, como en los encuentros anteriores, como cuando perdió todas sus pertenencias en el incendio de un hotel de Burdeos hace pocas semanas y parecía que su gira europea se acababa, pero se aferró a un par de raquetas que salvó, a algunas "remeras" y a la confianza en si mismo.
Y siguió sumando triunfos hasta llegar a esa central de París en la que el marcador indicaba 2-1 para el francés y era el momento de poner las cartas boca arriba y de buscar al Mathieu temeroso e inseguro de otras veces, al francés capaz de tirar por la borda una renta como esa.
Schwank lo buscó hasta el último momento. Llegó a ganar 4-2 en el cuarto set, pero Mathieu se rehizo y recuperó terreno, recobró el servicio. Se sucedieron las alternativas hasta llegar a un mortal juego de desempate en el que el argentino llegó a gozar de una bola de set, pero fue el francés el que aprovechó la cuarta de partido para meterse en octavos de final, una ronda que ya visitó en 2002.
Con el adiós de Schwank se fue todo un país, una bandera que ha dado brillo a Roland Garros, que ha marcado su historia más reciente, con aquel mítico 2004 en el que tres semifinalistas eran argentinos -David Nalbandian, Guillermo Coria y Gastón Gaudio- y dos disputaron la final.
Antes que Swank se habían marchado otros dos sudamericanos, el ecuatoriano Nicolás Lapentti y el colombiano Alejandro Falla. Todo el continente está pendiente ahora del chileno Fernando González, favorito 24, que mañana mide su raqueta con la del suizo Stanislas Wawrinka, un talento al alza que parte como noveno cabeza de serie pero al que el santiagués ha derrotado en las cuatro ocasiones que lo ha afrontado. EFE
Por primera vez desde 1999 el tenis argentino no contará con ningún representante en los octavos de final, después de que, uno a uno, fueran cayendo los 17 que comenzaron el torneo, una cifra récord que auguraba gloria y que quedó pendiente del endeble hilo de un debutante procedente de la previa y que nunca había disputado un Grand Slam.
Schwank cayó con la garra con la que había amasado su veintena de victorias, con el mismo coraje con el que ganó tres torneos de promoción, se metió en el cuadro final de Roland Garros a través de la fase previa y superó dos rondas dejando en la estacada a dos españoles, Carlos Moyá, favorito 16, y Marcel Granollers.
El rosarino demostró que tiene tenis para seguir compitiendo con los mejores, pero a sus 22 años todavía necesita tiempo para acostumbrarse a la presión, a las grandes canchas, al público exigente y a un torneo que no da tregua, que exige el máximo.
Entró Schwank en la cancha sin pinta de miedo, dispuesto a comerse a un rival que también se caracteriza por la brega, por pelear cada partido a costa de sudor y minutos de juego.
Mathieu es ahora la máxima ilusión de los franceses y eso podía pesar sobre sus hombros a poco que Schwank le enseñara los dientes.
Pero la Philippe Chatrier intimidó al argentino, que enseguida comenzó a ceder terreno, a sucumbir ante el juego justo y preciso del francés y a regular con cuenta gotas los raquetazos impresionantes que callaron a la central de París.
Los juegos caían del lado del francés que pronto los convirtió en set, dos en poco más de una hora, y sin noticias de un Schwank al que todos aguardaban.
Pero el rosarino siempre vuelve, siempre regresa al partido y lo hizo en el tercer set, como en los encuentros anteriores, como cuando perdió todas sus pertenencias en el incendio de un hotel de Burdeos hace pocas semanas y parecía que su gira europea se acababa, pero se aferró a un par de raquetas que salvó, a algunas "remeras" y a la confianza en si mismo.
Y siguió sumando triunfos hasta llegar a esa central de París en la que el marcador indicaba 2-1 para el francés y era el momento de poner las cartas boca arriba y de buscar al Mathieu temeroso e inseguro de otras veces, al francés capaz de tirar por la borda una renta como esa.
Schwank lo buscó hasta el último momento. Llegó a ganar 4-2 en el cuarto set, pero Mathieu se rehizo y recuperó terreno, recobró el servicio. Se sucedieron las alternativas hasta llegar a un mortal juego de desempate en el que el argentino llegó a gozar de una bola de set, pero fue el francés el que aprovechó la cuarta de partido para meterse en octavos de final, una ronda que ya visitó en 2002.
Con el adiós de Schwank se fue todo un país, una bandera que ha dado brillo a Roland Garros, que ha marcado su historia más reciente, con aquel mítico 2004 en el que tres semifinalistas eran argentinos -David Nalbandian, Guillermo Coria y Gastón Gaudio- y dos disputaron la final.
Antes que Swank se habían marchado otros dos sudamericanos, el ecuatoriano Nicolás Lapentti y el colombiano Alejandro Falla. Todo el continente está pendiente ahora del chileno Fernando González, favorito 24, que mañana mide su raqueta con la del suizo Stanislas Wawrinka, un talento al alza que parte como noveno cabeza de serie pero al que el santiagués ha derrotado en las cuatro ocasiones que lo ha afrontado. EFE