Barcelona vs Manchester United en manos de Leo y Cristiano por un puesto en la Final.
Uno es un argentino pequeño, desaliñado
y con pinta de despistado que se convierte en el demonio de Tasmania
con el balón cosido al pie izquierdo. El otro es un portugués de
aire chulesco, elegante y descarado, capaz de inventar una virguería
distinta en cada jugada.
Lionel Andrés Messi (Rosario, 24 de junio de 1987) y Cristiano Messias Ronaldo dos Santos Aveiro, (Funchal, 5 de febrero de 1985) son dos niñatos de talento descomunal, dos jugones imberbes al mando de dos de los más prestigiosos equipos del continente. Ahora quieren seguir haciendo más grande la historia de Barça y Manchester, con la la conquista de su tercera Copa de Europa.
El próximo 29 de abril, a las 22.30 horas, sólo habrá pasado uno. Pero antes, Leo y Cristiano lidiarán una batalla de egos de al menos 180 minutos -si no es necesario llegar a una prórroga- con las semifinales de 'Champions' como telón de fondo y en dos de los mejores escenarios posibles: el Camp Nou y Old Trafford.
En juego: un billete para la final de Moscú, y probablemente el título honorífico de 'jugador del momento', a la espera de que la FIFA decida en su próxima gala quién de los dos merece ocupar oficialmente el cetro de mejor futbolista mundial.
En 2007, la federación internacional escenificó el relevo generacional que vive este deporte y colocó a Messi en el segundo cajón del podio y a Cristiano Ronaldo tercero, ambos justo por detrás del punta brasileño del Milán Ricardo Izecson Dos Santos Leite 'Kaká'.
El luso salió de aquella gala, celebrada en Zúrich, con un cabreo monumental, no por haber perdido el trofeo, sino porque estaba convencido de que aquella noche quedaría por delante de Messi, como había ocurrido semanas antes con el premio que otorga la revista 'France Football', que otorgó el balón de oro Kaká, el de plata a Ronaldo y el de bronce a Messi.
Esa es quizá la mayor diferencia entre Cristiano y Leo. El punta del Manchester tiene una ambición desmedida por convertirse en un icono, por ser el mejor: en el campo, en la pasarela, en todo.
Al argentino, en cambio, le basta un balón para sentirse feliz. Cuando lo tiene, no desea soltarlo y acelera y acelera hasta que alcanza la meta rival. Cuando se lo quitan de una forma cruel y brutal -las lesiones han frenado en seco sus momentos más dulces de forma-, llora.
Ambos han destacado por su talento precoz (coleccionistas de premios FIFPro a la mejor promesa, trofeos Bravo y Goldenboys) y su progresión constante hasta convertirse en lo que son ahora: probablemente los dos jugadores más determinantes del firmamento futbolístico.
Tienen dos maneras diferentes de cocinar la jugada, pero el plato que preparan, al final provoca idéntico efecto en el rival: éste acaba casi siempre indigestado. El argentino, con sus eslalons a toda velocidad, y el portugués, con sus regates y filigranas van dejando atrás a adversarios con una facilidad pasmosa, como si llevaran puesta una o dos marchas de más.
Messi, capaz incluso de calcar con la camiseta azulgrana los dos goles de Maradona a Inglaterra en México 86, ha hecho olvidar hasta el mismísimo Ronaldinho, el hombre que cambió la cara al Barça actual.
Cristiano Ronaldo, por su parte, ya ha pulverizado los registros de una leyenda de los 'red devils' como George Best, hasta el 19 de marzo pasado el jugador del Manchester United con más goles marcados en una sola temporada (32).
El luso llega a esta eliminatoria en plena racha goleadora. El argentino, en cambio, acaba de salir de una lesión. Pero ambos sueñan con ser los protagonistas de esta semifinal y con conquistar la 'Champions'.
Ronaldo aún no la tiene, y Messi, aunque formó parte de la plantilla que la logró hace dos años, tiene una cuenta pendiente con esta competición. El 'Pulga' no llegó a tiempo de disputar la final de París por culpa de otra lesión (Rijkaard lo dejó fuera de la convocatoria al considerar que no llegaba en las mejores condiciones) y ni siquiera celebró la consecución del título.
A Leo aquel día le quitaron el balón y rompió a llorar. Por eso, mañana, lo agarrará lo antes que pueda y empezar a acelerar y acelerar con la mente puesta en la final de Moscú. Veremos si habrá suficiente balón para los dos. EFE
Lionel Andrés Messi (Rosario, 24 de junio de 1987) y Cristiano Messias Ronaldo dos Santos Aveiro, (Funchal, 5 de febrero de 1985) son dos niñatos de talento descomunal, dos jugones imberbes al mando de dos de los más prestigiosos equipos del continente. Ahora quieren seguir haciendo más grande la historia de Barça y Manchester, con la la conquista de su tercera Copa de Europa.
El próximo 29 de abril, a las 22.30 horas, sólo habrá pasado uno. Pero antes, Leo y Cristiano lidiarán una batalla de egos de al menos 180 minutos -si no es necesario llegar a una prórroga- con las semifinales de 'Champions' como telón de fondo y en dos de los mejores escenarios posibles: el Camp Nou y Old Trafford.
En juego: un billete para la final de Moscú, y probablemente el título honorífico de 'jugador del momento', a la espera de que la FIFA decida en su próxima gala quién de los dos merece ocupar oficialmente el cetro de mejor futbolista mundial.
En 2007, la federación internacional escenificó el relevo generacional que vive este deporte y colocó a Messi en el segundo cajón del podio y a Cristiano Ronaldo tercero, ambos justo por detrás del punta brasileño del Milán Ricardo Izecson Dos Santos Leite 'Kaká'.
El luso salió de aquella gala, celebrada en Zúrich, con un cabreo monumental, no por haber perdido el trofeo, sino porque estaba convencido de que aquella noche quedaría por delante de Messi, como había ocurrido semanas antes con el premio que otorga la revista 'France Football', que otorgó el balón de oro Kaká, el de plata a Ronaldo y el de bronce a Messi.
Esa es quizá la mayor diferencia entre Cristiano y Leo. El punta del Manchester tiene una ambición desmedida por convertirse en un icono, por ser el mejor: en el campo, en la pasarela, en todo.
Al argentino, en cambio, le basta un balón para sentirse feliz. Cuando lo tiene, no desea soltarlo y acelera y acelera hasta que alcanza la meta rival. Cuando se lo quitan de una forma cruel y brutal -las lesiones han frenado en seco sus momentos más dulces de forma-, llora.
Ambos han destacado por su talento precoz (coleccionistas de premios FIFPro a la mejor promesa, trofeos Bravo y Goldenboys) y su progresión constante hasta convertirse en lo que son ahora: probablemente los dos jugadores más determinantes del firmamento futbolístico.
Tienen dos maneras diferentes de cocinar la jugada, pero el plato que preparan, al final provoca idéntico efecto en el rival: éste acaba casi siempre indigestado. El argentino, con sus eslalons a toda velocidad, y el portugués, con sus regates y filigranas van dejando atrás a adversarios con una facilidad pasmosa, como si llevaran puesta una o dos marchas de más.
Messi, capaz incluso de calcar con la camiseta azulgrana los dos goles de Maradona a Inglaterra en México 86, ha hecho olvidar hasta el mismísimo Ronaldinho, el hombre que cambió la cara al Barça actual.
Cristiano Ronaldo, por su parte, ya ha pulverizado los registros de una leyenda de los 'red devils' como George Best, hasta el 19 de marzo pasado el jugador del Manchester United con más goles marcados en una sola temporada (32).
El luso llega a esta eliminatoria en plena racha goleadora. El argentino, en cambio, acaba de salir de una lesión. Pero ambos sueñan con ser los protagonistas de esta semifinal y con conquistar la 'Champions'.
Ronaldo aún no la tiene, y Messi, aunque formó parte de la plantilla que la logró hace dos años, tiene una cuenta pendiente con esta competición. El 'Pulga' no llegó a tiempo de disputar la final de París por culpa de otra lesión (Rijkaard lo dejó fuera de la convocatoria al considerar que no llegaba en las mejores condiciones) y ni siquiera celebró la consecución del título.
A Leo aquel día le quitaron el balón y rompió a llorar. Por eso, mañana, lo agarrará lo antes que pueda y empezar a acelerar y acelerar con la mente puesta en la final de Moscú. Veremos si habrá suficiente balón para los dos. EFE