"En mi vida he tenido dos grandes vicios: fumar y jugar a fútbol. El fútbol me lo dio todo. En cambio, fumar casi me lo quita". Con esta frase Johan Cruyff suele resumir su adicción al tabaco. Tal era su vicio que en su época de jugador siempre fumaba Camel sin filtro en los descansos del partido.
Tras jugar su primer partido con el Barcelona, Cruyff se encendió un cigarrillo en el túnel de vestuarios y otro más al salir de la ducha. No le importaba que la gente supiese que fumaba. Se sentía intocable, era una estrella, el futbolista más influyente de su época pero no siempre fue así. En su primer año en el Ajax intentaba ocultar su adicción al tabaco.
EL DÍA QUE SE QUEMÓ LA MANO
"Un día, en el autobús, Cruyff estaba con un cigarrillo y el entrenador Rinus Michel le vio desde la otra punta. Se acercó y se puso a su lado, por lo que Johan escondió el cigarrillo en el bolsillo. Pasados dos minutos, ¡se quemó la mano! Fue muy divertido", cuenta Sjaak Swart, delantero del Ajax desde 1956 a 1973.
Cuando a Cruyff le pidieron su opinión sobre los futbolistas fumadores a su cargo, el entonces técnico holandés fue tajante: "Si son tan buenos como yo, que hagan lo que quieran".
DE LOS CIGARRILLOS A LOS CHUPA-CHUPS
A finales de febrero de 1991 y ya como entrenador del Barcelona, Cruyff fue intervenido a corazón abierto tras sufrir una insuficiencia coronaria en fase aguda. El doctor Mario Petit aseguró que el holandés sólo podría volver a entrenar si dejaba de fumar.
"No fumo porque me dijeron que si seguía fumando me moriría", reconoció Cruyff posteriormente. Así, los cigarros de Camel fueron sustituidos por los famosos Chupa-chups. Se hizo habitual verle en los banquillos, dando instrucciones al Dream Team, no con un cigarro en la boca sino con un Chupa-chups. Una imagen inolvidable al igual que lo fue su fútbol.
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Tomado: marca.com