Es imposible disociar el histórico logro de la selección de fútbol playa de Ecuador, que en Bahamas 2017 disputará su primera Copa Mundial de Beach Soccer de la FIFA, del terremoto que sacudió a la provincia de Manabí el 16 en abril de 2016.
La razón: todos los integrantes del equipo son oriundos de esta región costera que padeció como ninguna el epicentro del sismo.
Es más, salvo uno de sus futbolistas, el resto reside en la ciudad de Manta, donde incluso entrena el seleccionado que dirige José Palma. El único que vive a media hora de allí, en Portoviejo, es el arquero titular Carlos Saltos, a quien la Madre Naturaleza ya le había jugado una mala pasa unos días antes, cuando el desborde del Río Portoviejo inundó su casa.
"Empezábamos a recuperarnos del agua cuando pasó lo del terremoto", rememora Saltos para FIFA.com. "Todo sucedió rápido, mi casa se derrumbó en menos de un minuto, y con ella se fue hasta el último dinero ahorrado con sacrificio gracias el fútbol. Fue una bendición no perder a nadie, ¿pero cómo iba a ser para empezar de cero?".
La Roca, como apodan al arquero de 30 años y 1.76 metros de altura, jugó profesionalmente en clubes de segunda y tercera de Ecuador entre 2005 y 2012, cuando vivió "cosas que me sacaron las ganas de seguir".
Allá por 2008 aprovechó la organización de un torneo en Manta para iniciarse en el beach soccer. "Me ofrecí para atajar porque tenía experiencia en el fútbol playero de 8 y de 11, y como el presidente de Manta FC no tenía problemas, podría combinar ambas modalidades".
Pero llegó el 2012 y como el deporte es amateur, Salto debió rebuscárselas para acomodar sus ingresos. A los esporádicos viáticos de la selección le sumó el jugar partidos ocasionales de fútbol sala por plata y un trabajo como entrenador de arqueros en una escuela de fútbol.
UN JURAMENTO Y VARIOS SUEÑOS
El terremoto cambió más que el paisaje de la zona. Además de Salto, también perdieron sus casas el goleador Stalin Moreira y el otro arquero del plantel, Jorge León. "Todos tuvimos problemas, y hasta dudamos de seguir con la selección. Pero nos apoyamos entre nosotros para salir adelante".
El equipo volvió a entrenar casi dos meses después bajo un juramento: "Clasificar al Mundial. Veníamos de ser cuartos en los dos clasificatorios previos cuando hay tres plazas disponibles. Dolió el de 2015, porque fue en Manta y perdimos por el tercer puesto con Argentina por penales".
Así, encararon el clasificatorio de Paraguay "más unidos que nunca por la tragedia, pero también conscientes de que para muchos de nosotros era la última oportunidad".
En Asunción, tras ser segundo de Brasil en la fase de grupos y perder la semifinal con Paraguay, el destino puso otra vez a Argentina en el camino al Mundial. Al igual que dos años atrás, el duelo terminó 4-4 y se decidió en los penales por la mínima diferencia, aunque ahora a favor de Ecuador.
"Claro que nos acordamos de aquel partido, pero dijimos que la tercera era la vencida, que lo hiciéramos por nosotros y por la gente de Manabí". En la tanda se lució su amigo León, especialista en penales, al desviar uno de los tres disparos -Argentina marró los otros dos-. "Le dije que nos iba a dar la clasificación y así fue".
En Bahamas, Ecuador compartirá el Grupo A con Suiza, Senegal y el anfitrión. "El objetivo es sumar experiencia, pero también competir. Estamos trabajando lo defensivo y la táctica para reducir el número de errores".
Saltos, quien por ahora vive en lo de un pariente a 10' de donde estaba su casa, combina la preparación al Mundial con un próspero negocio de venta de quesos, en el que ayudan su mujer Angélica y sus hijos Laura, Estéfani y Junior.
Pero su deseo es desarrollar el beach soccer en el país. "Esperemos que la clasificación sirva para cambiar el chip de todos. Muchos jóvenes se han sumado, aunque hay que darles incentivos para que sigan. En lo personal me gustaría entrenar arqueros, dirigir juveniles o ayudar con una escuela de fútbol playa".
Tomado: es.fifa.com