La final de la Copa Libertadores de América tiene un nuevo campeón, San Lorenzo de Almagro, el equipo del Papa, el Ciclón de Boedo se puso la corona de campeón de América tras derrotar por un gol a cero en la vuelta y tras haber empatado al último momento en Paraguay frente a un duro rival como Nacional que demostró a lo largo de toda la competencia el por qué escalaba los peldaños de cada fase del torneo de balompié más importante del continente.
El duelo empezó con un juego rápido y veloz por parte de la visita que quería imponerse sí o sí en el marcador, apenas se cumplían dos minutos y un disparo que se estrelló en el poste de San Lorenzo demostraba que el partido para los dirigidos de Bauza no iba a ser nada fácil pese al lleno total del estadio que saltaba emocionado al ritmo de los cánticos.
El primer tiempo en su mayoría fue dominado por el cuadro visitante, a San Lorenzo le costaba llegar a la portería rival y cuando lograba hacerlo, una férrea defensa podía contener los ataques sin la mayor exigencia para empezar las contras que los remates de larga y media distancia se encargaban de poner drama a la primera parte y también la tristeza cuando el balón salía desviado o atajado con grandes esfuerzos del portero Torrico.
San Lorenzo no encontraba la ruta para adelantarse en el marcador y solo esperaba jugar con el error del rival, esto dio resultado hasta el minuto 34 en el que una mano dentro del área para evitar un centro fue decretado por el árbitro central como penal para la alegría de todos los hinchas del Ciclón presentes en el estadio. El encargado de convertir la pena máxima en un solo grito de gol fue el jugador Ortigoza, que no se complicó, tomó carrera y envió el esférico al otro lado donde el portero se había lanzado.
Ya ganando, los equipos se iban al descanso para recibir las órdenes técnicas para intentar darle la vuelta a la historia o alargar el marcador.
La segunda parte del encuentro tuvo otra cara, con un gol arriba en el marcador, San Lorenzo dominó toda la segunda parte porque la visita ya no atacaba como lo venía haciendo en la primera parte del compromiso, sus líneas defensivas se retrasaron y el juego de los locales ya se hacía presente dentro del reducto de Nacional de Paraguay.
El juez pitó el final del encuentro y la algarabía se creció en las gradas y en los jugadores suplentes y cuerpo técnico que invadían la cancha para abrazar a sus héroes y para alistarse psicológicamente para recibir el trofeo y la medalla de oro del torneo de clubes más importante del continente.
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