Desde el estadio Hernando siles de la ciudad de La Paz, el partido por la semifinal de vuelta de la Copa Libertadores tuvo como protagonistas a la revelación del torneo, el Bolívar y al cuadro argentino de San Lorenzo de Almagro, partido vibrante desde que el juez Ecuatoriano, Carlos Vera se llevara el silbato a la boca.
El cuadro del Bolívar se apegaba a un milagro futbolístico, de esos que no son comunes en el deporte rey pero no imposibles. El cuadro Boliviano desde que arrancó el partido se mostró feroz, diferente a lo mostrado en la semifinal de ida en Argentina, donde cayeron goleados cinco goles por cero ante su similar argentino. Carlos Tenorio arrancó de titular y apenas tocó el balón se perfiló al ataque como si su edad no lo limitase en lo más mínimo, la defensa argentina tenía que extremarse para frenar las arremetidas del atacante y goleador ecuatoriano. Capdevila también tuvo las suyas, remates de media distancia fueron su principal carta de presentación y en una ocasión el poste fue quien le negó la posibilidad de tomar carrera y grita el primer tanto del compromiso que hubiese puesto a soñar a los espectadores que habían acudido al estadio a ver el remonte del marcador global de su equipo.
Los primeros 20 minutos fueron en su totalidad para el elenco que hacía de local, el cuadro visitante no se hallaba dentro del terreno de juego, desde la línea defensiva hasta la punta el juego del Bolívar era ordenado y con un solo objetivo: adelantarse en el marcador y remontar el global. Los remates de larga y media distancia eran el arma más accesible para el cuadro boliviano, algunos de ellos salieron apenas desviados o despejados por excelentes atajadas del portero argentino que demostró sus dotes acrobáticas en más de una ocasión.
El empate no bastaba para el Bolívar, pero aun así el primer tiempo culminó sin goles pese a los ataques constantes y desesperados del cuadro local que llevaba haciendo historia a lo largo del torneo de fútbol más importante del continente a nivel de clubes.
La segunda parte del compromiso fue la misma tónica, ataques de media distancia y potentísimos disparos, pero lo que más importaba, el gol no llegaba ni para los locales ni para la visita que ponían su nombre en la gran final de la Copa Libertadores. El partido concluía, el árbitro añadió cuatro minutos de reposición y a los dos repuesto llegaría el único tanto del encuentro, Tenorio remataba al arco pero el esférico golpeó un defensa argentino para que el esférico quede para Gerardo remate fuerte y infle las redes.
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